¿A dónde nos vamos?

El Partido Popular ha hecho un análisis de la situación que atraviesa Córdoba y ha vaticinado lo que va pasar el próximo año e incluso más allá. Lo ha hecho con el rigor, la profundidad y la objetividad que le caracteriza, por tanto sus conclusiones hay que tomarlas muy en serio. Hay que escuchar con mucha atención lo que dice un partido político que aspira a gobernar en España, Andalucía y Córdoba porque sus razonamientos y propuestas pueden ser los que guien nuestras vidas en los próximos años. Sus dirigentes lo saben, por eso quieren dar una imagen equilibrada y, sobre todo, creíble a la opinión pública, sus argumentos están sólidamente fundamentados en rigurosos estudios, que enseñan ante los medios de difusión para demostrar que lo que dicen no es fruto del capricho, ni de la improvisación, ni siquiera partidista. Es la verdad, desnuda de toda hojarasca.

Pues bien, fruto de ese riguroso trabajo ha llegado a la conclusión de que Córdoba se cae a pedazos, así, de repente, sin estar preparados. Y claro, han conseguido asustarme, aunque creo que ese no era su propósito. Para evitar que el derrumbe me pille aquí y me pueda pasar algo, rápidamente me he puesto a buscar un destino para emigrar. ¿A otro lugar de Andalucía? Arenas no lo aconseja, dice que todo está fatal, que estamos sin Presidente hasta que él lo sea, yo creía que era Griñán, pero igual estoy equivocado, además eso puede durar porque ya lo ha intentado tres veces sin éxito. También ha dicho que el Gobierno de España nos maltrata, que no nos da el dinero que nos corresponde. No recuerdo bien si cuando él estuvo en el Gobierno pagó la deuda histórica, lo tengo que preguntar, aunque un defensor de los andaluces como es él seguro que sí lo hizo.

Bueno, pues me voy a otro lugar de España. Necio de mí, España se hunde en las más profundas simas de la miseria, del descrédito, de la pobreza y del pecado. El presidente Zapatero es un ser incompetente, un Herodes que mata a los niños. Nos podría salvar Rajoy, pero mientras llega podría ahogarme, o verme obligado a vender pañuelos en los semáforos, o vete a saber qué desgracias podrían pasarme, desde luego en España, hasta que no gobierne el PP, no se puede vivir.

Puestos a mudarme fuera de España, me gustaría ir a Estados Unidos, pero tendría que coger un avión, bueno, intentarlo, porque para subirse hay que desnudarse, andar por el control sin cinturón, con las manos sujetando los pantalones, el billete en la boca, descalzo, pasar un escáner y si me ven un bultito sospechoso en el esófago o en el duodeno, me detienen por terrorista y mientras averiguan en qué lista de terroristas estoy apuntado, puedo pasar mucho tiempo con las manos sujetando los pantalones, hasta que reconozcan que puede que no me haya tragado una bomba. Una vez en al avión, hay otro problema, una hora antes de aterrizar no puedo ir al baño y con los nervios de volar puede que lo necesite, así que tendré que llevar unos dodotis puestos, eso si me los dejan pasar en el control.

Luego pienso que para qué voy a ir a Estados Unidos, si el rojo ese de Obama se ha cargado en un año todo lo bueno que pacientemente estuvo construyendo Bush, el amigo de Aznar, en sus ocho años de inolvidable mandato. Así que he decidido quedarme en Córdoba y afrontar las consecuencias del derrumbe. Me he comprado un casco y me he puesto debajo del dintel de una puerta de mi casa y aguantaré como sea hasta que lleguen los del PP y recompongan los desastres que asolan este país, y sobre todo que reconstruyan Córdoba, aunque no sé si quedará tan bonita como antes de que se hiciera pedazos.

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