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Mostrando entradas de 2013

Caridad y justicia

En estos días diversas ONG, instituciones, entidades y colectivos ciudadanos intensifican sus campañas de recogida de alimentos, ropa, juguetes y enseres para repartirlos entre los que no tiene nada  que cada vez son más y están más necesitados. Es una tarea solidaria loable y digna de ser reconocida. Se trata de intentar reequilibrar las injustas diferencias de renta, cada vez mayores y más profundas, provocadas por los poderes económicos, ideológicos y políticos que nos gobiernan. La pregunta es: ¿Puede la sociedad suplir al Estado en su deber de reequilibrar los recursos que un país produce? Esa es precisamente la ideología de la derecha, es decir, hay que impulsar la solidaridad caritativa entre los ciudadanos para que entre ellos se apañen para repartirse lo que tienen, naturalmente los que quieran hacerlo. Los que más tienen, los que poseen grandes fortunas, no sólo no son solidarios sino que evitan pagar los impuestos que les corresponden. Desde una ideología progresista sol

Una mirada a la nueva Ley de Administración Local

Como se enuncia en el artículo primero de nuestra Constitución “la soberanía nacional reside en el pueblo” por lo tanto dar, en el ejercicio del poder, una  participación a los ciudadanos  es el principio  en el que se fundamenta  la democracia. Pero para que esto sea efectivo se necesita acercar lo más posible al ciudadano los organismos de decisión y gestión. En definitiva aplicar el principio de subsidiariedad, tal y como se definió en el Tratado de la Unión Europea de 1992. Los ayuntamientos han venido reivindicando, desde que se constituyeron democráticamente en 1979,  tener un mayor protagonismo en competencias y una adecuada financiación para poder desempeñar ese papel que los define como la administración más cercana a los ciudadanos. Pero las administraciones central y autonómica han ejercido su capacidad normativa de una forma cicatera, hurtándoles capacidad de decisión y recursos. La presión reiterada de los poderes locales por ampliar sus competencias desembocó en la pro

Las primarias es lo de menos

El repentino anuncio de Griñán de que no repetirá como candidato en las próximas elecciones andaluzas ha tirado una piedra al charco de la política andaluza. No es que sea una sorpresa su decisión porque desde que Chaves designó a Griñán como sucesor se sabía que era una solución de transición que tenía como objetivo propiciar un relevo con nuevas caras, un nuevo empuje y, tal vez, una nueva política. Lo que ha sorprendido ha sido el momento en que lo ha hecho. Es la segunda vez que un líder del PSOE sorprende con una decisión de este calado. El relevo de Chaves por Griñán ocurrió de la misma manera: anuncio sorpresa, reunión urgente del Comité Director del Partido y nombramiento exprés. No se dio tiempo para manifestar discrepancias en el seno de la organización. Ahora el proceso se repite, con la variante de que en este caso se necesita de unas primarias para ser legal. La designada es Susana Díaz, Consejera de Presidencia, pero esta vez el procedimiento exige neutralidad por parte

La carrera política

Para ejercer la política como cargo público no se exige titulación alguna, ni tener un currículo académico, ni un estudio psicotécnico, ni tan siquiera un test de idoneidad. La designación para ocupar un cargo público o figurar en una lista electoral se rige por otros parámetros que deberían ser, fundamentalmente, la firmeza de las ideas políticas que se tienen que defender, la trayectoria que se ha tenido de trabajo político en instancias ciudadanas, la valoración que se tiene por parte de la sociedad y contar con la preparación y los conocimientos necesarios para llevar a cabo su tarea. Pero esto no es así, o no es siempre así. Ocupar un cargo de responsabilidad política se ha convertido para muchos en un objetivo que hay que alcanzar como sea. Y es aquí donde empieza la perversión de la política, donde se producen las luchas internas por hacerse con el poder, donde se conquistan voluntades, donde se pliegan los principios que pueden resultar molestos. Se prioriza el bulo que a

Desahucios

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¿Por qué al Partido Popular le ha sentado tan mal el decreto de la Junta sobre los desahucios? ¿Acaso no es su obligación resolver una injusticia sangrante que arroja a la calle  a la gente y le quita un derecho fundamental como es la vivienda? ¿Acaso una sociedad puede soportar sin inmutarse que haya cien mil  viviendas vacías y que decenas de miles de familias no tengan techo? ¿Puede el Partido Popular tener el descaro de decir que la medida adoptada por la Junta es populista? ¿Es posible que desde el Partido Popular descalifiquen la medida con la obviedad de que el problema hay que resolverlo a nivel del Estado? ¿Y por qué no lo han hecho ya? Descalificar esta medida con argumentos tontos indica una cosa: les ha dolido que desde la izquierda se demuestre que los problemas se pueden resolver sin sacar los pies del tiesto. Lo más importante y lo que más teme esta derecha es que el Gobierno de Andalucía haga políticas diferentes que ayuden a la gente que más lo necesita, que haga

La noche más oscura

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La última película de Kat h ryn Bigelow, ha provocado un cierto escándalo  entre los que en EE. UU. dicen defender la libertad, la democracia y los derechos humanos, por más que pretendan implantarlos invadiendo países a bombazo limpio. Una postura farisea que han capitaneado tres senadores instando a la CIA a que diga si suministró información reservada a Kat h ryn Bigelow y a su guionista Mark Boal para hacer la película. No les importa que los agentes torturen a los presos, les importa que se sepa. Sin duda los espías americanos de la CIA se han ganada una merecida fama de asesinos sin escrúpulos, labor para la que han sido debidamente entrenados con técnicas muy especializadas para convertirlos en máquinas de matar y de hacer daño a los “enemigos de EE.UU.”. ¿Pero quién decide cuáles son esos enemigos? Es decir, ¿quién manda torturar y matar? Esa es la gran diferencia que existe entre La noche más oscura y las anteriores películas que guardan relación con la CIA. Hasta a