12 de marzo de 2014

Mezquita-Catedral



Mis primeras experiencias educativas las tuve en el colegio San Eulogio, frente a la puerta del Perdón de la Mezquita-Catedral, hoy es una tienda de souvenir. El patio de los Naranjos era mi lugar de recreo, allí jugaba, me comía el bocadillo y fui feliz.  Desde niño he asociado el edificio a la Iglesia católica, y siempre se ha llamado Mezquita-Catedral. Era el reconocimiento lógico de una realidad existente, aunque la declaración de Monumento Patrimonio de la Humanidad ese hace sólo para la Mezquita. En todos los indicadores turísticos figura ese nombre. En un acuerdo plenario de 1994 declaramos el nombre de los dos templos como su nominación
oficial, ante la amenaza de la Iglesia de suprimir el nombre de  Mezquita. Pero no hace mucho el Obispo y el Cabildo decidieron cumplir su amenaza y borraron su nombre, ya que no podían hacerla desaparecer físicamente, que es lo que al parecer,  les hubiera gustado. Además, favorecidos por una ley del Gobierno de Aznar, se han hecho con su propiedad.  Con esto han conseguido indignar a mucha gente, entre la que me encuentro. ¿Qué necesidad tenían de apropiarse el edificio de esta manera? Nadie ha puesto en duda nunca que el uso sea de la Iglesia católica. Han dispuesto la utilización del edificio cómo han querido, incluso llegaron a negar su uso para un concierto de Yehudin Menuhin, tal vez por ser judío, y nadie protestó ¿Qué más querían? ¿Por qué esa insaciable apetencia de dominio? ¿Por qué ese ansia de borrar la historia? Solo se entiende desde una visión integrista y sectaria, lejos del espíritu evangélico y ecuménico que deberían regir sus actuaciones. La ambición del Obispo y del Cabildo ha roto la paz y el consenso, ahora que no se hagan los mártires y los perseguidos ante las reacciones  que ha suscitado su actitud.


          Columna de opinión en la SER.

4 de marzo de 2014

La desnortada derecha andaluza

El PP de Andalucía, instalado permanentemente en la oposición, no encuentra el camino para armar un discurso que cale en la población, lleva décadas  con la descalificación y la crítica como única estrategia. Javier Arenas llevó esto hasta el extremo de llamar “régimen” al gobierno de los socialistas sin que le diera resultado. Si en las últimas elecciones estuvo muy cerca de conseguir gobernar fue más por demérito del PSOE, en sus horas más bajas, que por la eficacia de su estrategia.
En el escenario actual, Mariano Rajoy ha decidido que sea Juan Manuel Moreno el nuevo líder que guie en el futuro el destino del PP andaluz, después de fracasar con Juan Ignacio Zoido, candidato a la fuerza, que produjo un desgobierno en el partido y continuó con  la “táctica Arenas”, aunque con mucho menos mordiente.
En el reciente congreso que han celebrado en Sevilla para entronizar al candidato designado por Rajoy, ha quedado patente el dominio que Arenas tiene en el PP andaluz y el fracaso de los que intentan cambiar esa situación, por muy poderosos que sean.
El nuevo líder de la derecha andaluza, en sus primeras manifestaciones ha continuado lo mismo, aunque con un tono más alto, Las manifestaciones del Presidente de la Xunta de Galicia, Núñez Feijoo, afirmando que la transición democrática no terminará hasta que el PP gobierne en Andalucía, indican la continuidad de un discurso que lleva 30 años fracasando. Ni una propuesta, ni una sola idea de cómo pretende gobernar Andalucía, ni una palabra de esperanza a los sectores sociales que sufren las dentelladas del paro y la indigencia, ni una palabra para despertar alguna ilusión en los sectores productivos que atraviesan momentos muy duros. Nada, solo descalificar a Susana Diaz.
Es lógico que en el interminable proceso de sucesión de Zoido, cuando se le señaló como posible elegido, él lo negara con toda la firmeza que pudo. Nada menos que intentar llevar al PP al poder donde han fracasado sus antecesores, especialmente Arenas y encima con su Presidente Rajoy machacando a la gente. Es humano entender que intentara escaquearse del regalito que intentaban endosarle, pero no le ha valido, tendrá que afrontar este reto que puede acabar con su carrera política. Otro candidato a palos.
Para mayor abundancia en su desgracia se encuentra con que tiene que competir con una figura emergente en el PSOE, que sí tiene un discurso que ilusiona, un proyecto para Andalucía que lidera con fuerza,  que día a día muestra sus ganas de luchar y, lo que más duele, ignora a su oponente, sea quien sea. Va a lo suyo.
Lo más importante en política es conseguir hegemonizar tus argumentos, porque impide que el adversario pueda introducir los suyos y le obliga a discutir tus propuestas y el PP no es capaz de introducir sus ideas sobre cómo gobernar Andalucía, con lo que se llega a conclusión de que, o bien carece de ellas o de una estrategia para convencer, lo que hace que se difumine en la táctica de la descalificación sin ofrecer una alternativa.  

Por lo visto hasta ahora no parece que vaya a cambiar y el padrinazgo de Arenas no hace aventurar que lo pueda hacer en el futuro, por lo tanto continuará su peregrinar por el desierto de la oposición, siempre y cuando el PSOE no se equivoque demasiado.