14 de noviembre de 2019

A EMPUJAR


La noticia de que ya se ha llegado a un acuerdo entre PSOE y UP para formar un Gobierno ha sorprendido a todos. Primero por la rapidez con que se ha producido  (menos de 48 horas), lo que contrasta con las dificultades insalvables que se arrastraban desde hacía meses, y en segundo lugar por el brusco cambio de actitud de sus líderes, que han pasado de la confrontación al abrazo. Tenemos que celebrar que se haya producido ese fenómeno que encauza la solución del grave problema que atravesamos. Aún queda mucho camino pero lo más importante es que se ha comenzado a recorrer aunque no va a ser nada fácil, salvo que los dirigentes de los restantes partidos políticos, que serán necesarios para dar estabilidad, tengan también la altura de miras de que lo primero ahora es la gobernabilidad de España.
 El panorama de la política nacional ha cambiado sustancialmente. Se ha terminado  el bipartidismo al que estábamos acostumbrados. El voto a la izquierda del socialismo, representado por IU, nunca llegó a tener o bien la fuerza suficiente como para influir en las políticas socialdemócratas o la intención de hacerlo cuando pudo, ya que colocaba al PSOE en la misma orilla que  el PP. Por el contrario la derecha consiguió aglutinar en torno a los populares las posiciones más diversas, desde los liberales hasta los franquistas. Este esquema ha funcionado durante décadas en la nueva democracia española, hasta que con motivo de la brutal crisis económica del 2008, surge el 15M y su concreción en PODEMOS, nace con fuerza, devora a IU y ahora sí pone en cuestión el status bipartidista. A esto se uniría después la división de la derecha con el nacimiento de CIUDADANOS y desde el 10N el brutal incremento de la extrema derecha.
Esta realidad ha costado trabajo  admitirla, aunque ya se había producido en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas. La realidad es que  nos podemos olvidar de las mayorías absolutas  y de los gobiernos en solitario a los que estábamos acostumbrados. De ahí la importancia del acuerdo tomado el pasado día 12 entre las fuerzas de la izquierda. Se ha realizado con rapidez porque era la única solución posible, puesto que no se podían volver a repetir otra vez las elecciones, a esto se añade  el peligro que entraña el crecimiento inusitado del neofranquismo.
El  Gobierno que se forme lo hace en unas condiciones  muy duras y será acosado desde distintos frentes políticos, económicos y sociales que no van a escatimar medios para derribarlo cuanto antes.
Lo primero que tienen que tener presente sus miembros es que deben  formar UN SOLO GOBIERNO.  Para resistir los duros ataques que le esperan solo es posible desde una férrea unidad de acción. Todos tienen que defender con firmeza todas las decisiones que se adopten, aunque no sean las propias. Eso exige una fuerte  cohesión entre sus miembros y evitar en todo lo posible  que las discrepancias que surgirán entre los socios, provoquen una crisis.
Esto último es especialmente importante porque van a recibir ataques furibundos desde diversos ángulos que pretenderán dividirlos. Ya han comenzado con una ferocidad inusitada, con durísimos mensajes en las redes sociales. La derecha es así, cuando no gobierna ataca sin freno y harán lo imposible por demostrar el desastre que supone ser gobernados por la izquierda. Esta vez el PP se verá reforzado por los neofranquistas que serán aún más bestias (ya dicen que volveremos a la cartilla de racionamiento).
Cuentan con los medios de comunicación afines que ya están en campaña de descrédito que acentuarán a medida que se vaya conformando el Gobierno y estallarán cuando se empiece a tomar decisiones.
Al poder económico, los bancos y las grandes empresas del IBEX, no les gusta nada el pacto acordado, desconfían de que unos rojos bolivarianos estén en el Gobierno y tomen medidas que afecten al control que ellos ejercen tradicionalmente sobre la política, o directamente perjudiquen sus intereses. También van a hacer todo lo posible para acortar cuanto antes la existencia de este Gobierno.
Tampoco  conviene despreciar el hecho de que en el interior de las filas de ambos partidos hay sectores que no ven con buenos ojos la compañía del socio.
Y luego está en incendio de Cataluña que merece un análisis aparte. A todo esto que hay que añadir la inquietud que despierta la amenaza de una próxima crisis económica que se dibuja en el panorama.
Se puede afirmar que la situación no es la más propicia para ensayar por primera vez, un Ejecutivo de coalición porque para este momento se requiere un Gobierno fuerte, cohesionado y alejado de experimentos inciertos. Pero la ciudadanía ha repartido cartas y hay que jugar con las que han tocado.
 Lo más importante es que los votantes de la izquierda se movilicen y defiendan en las redes, en los medios de comunicación, en la calle, en los bares, en todos los ámbitos sociales,  las decisiones del Gobierno. Las circunstancias requieren todo el apoyo posible del espectro progresista. No es el momento de fijarse en las diferencias, hay que tener siempre presente que el fracaso de este Gobierno trae consigo que en el próximo esté el neofranquismo. En este envite nos la jugamos todos.


12 de noviembre de 2019

A FORMAR GOBIERNO


Después del resultado electoral del  10N  apenas han variado las condiciones para formar gobierno, que era además lo que se preveía que iba a ocurrir. Lo que se ha producido es un serio reajuste en la derecha, Ciudadanos casi desparece y los 47 escaños que pierde se lo reparten entre el PP y los neofranquistas de VOX  que sube más del doble. Ahora se presenta una situación más difícil que la del pasado mes de abril, porque ésta es la última oportunidad, no es posible otra repetición electoral. Esto tiene que terminar en la formación de un Gobierno de forma inapelable, lo contrario nos sumiría en las tinieblas del neofranquismo. La izquierda ha perdido escaños, UP de forma notable, y sus líderes políticos  tienen que asumir como necesario, que para conseguir conformar un gobierno hay que rebajar los listones de las exigencias, que el resultado será un programa de mínimos con renuncias a una parte  de sus programas electorales, que no deberá haber imposiciones ni trágalas, que se deberán acordar las discrepancias y que se disponga de la voluntad de hacer que  el Gobierno  dure a ser posible cuatro años. Ahora el objetivo no es mantener las esencias ni el honor, por encima de eso, lo fundamental, es que haya un Gobierno que impulse las reformas necesarias y urgentes que llevan demasiado tiempo pendientes. Las cuentas no salen, los escaños son menos que antes que tampoco sumaban, y la composición del Congreso es mucho más atomizada lo que obliga a una tarea ingente de negociación, pero es la única solución posible.
 Conseguirlo ayudaría extraordinariamente a rebajar la tensión que existe, a suprimir trincheras que los neofranquistas levantan,  como respuesta a las que han construido los independentistas catalanes y que ha sido la razón más importante que les ha hecho crecer. En estos momentos, la única posibilidad de apaciguar los ánimos y debilitar a las fuerzas extremistas, es conseguir un gobierno con un amplio respaldo que nos haga avanzar en igualdad y progreso.  Los mensajes que lanzan desde VOX producen escalofríos por su brutalidad. Esa música trae recuerdos de la etapa más negra de nuestra historia, pero han conseguido embaucar a mucha gente que no la conoció. Ese es el peligro cierto que nos acecha,  el fin de nuestro sistema de libertades, nada más y nada menos.
Hay que recordar que este desasosiego que nos intranquiliza no lo tendríamos si en el debate parlamentario  de investidura, Pablo Iglesias no hubiera rechazado el ofrecimiento de Pedro Sánchez  a UP de formar parte de un Gobierno de coalición con una Vicepresidencia y dos Ministerios. Hoy estarían gobernando, el PP seguiría hundido y VOX no tendría la fuerza que tiene hoy. Esperemos que se haya tomado nota del error que supuso aquella decisión y de las consecuencias que ha traído para no volver a repetirlo.

30 de octubre de 2019

LA IZQUIERDA INÚTIL



Los partidos políticos son el vehículo para representar las inquietudes y los deseos de una sociedad plural y hacer lo posible para llevarlos a la práctica. Esto  que forma parte de los pilares de nuestra Constitución, es conveniente recordárselo de vez en cuando a algunos dirigentes políticos de la izquierda. Los de la derecha lo tienen muy claro. Toda fuerza política tiene el deber de ser útil al grupo social que representa y aplicar, en lo posible, la mayor cantidad de objetivos de su programa electoral, bien desde el Gobierno, si gana las elecciones, o mediante pactos con la fuerza política ganadora. Naturalmente en una democracia nadie puede aplicar su programa totalmente porque nadie representa en exclusiva la totalidad de la ciudadanía. De ahí la necesidad del pacto entre las fuerzas políticas afines, donde existe más facilidad para coincidir. La desgracia, de siempre, es que la izquierda alternativa no está por la labor, es todo o nada. O consigue el poder y aplica su programa o está en la oposición, aunque tenga como consecuencia que gobierne la derecha. A fin de cuentas a la otra izquierda socialdemócrata también la colocan en la derecha. Prefieren conservar las esencias a pactar la aplicación de parte de su programa. Una actitud que no puede ser más inútil. Mantener la pureza y no contaminarse en una negociación parece ser su función principal, aunque ello conlleve la imposibilidad de llevar a la práctica sus políticas, como es su obligación. Una postura ética pero absolutamente ineficaz, porque por ese camino jamás conseguirá alcanzar objetivo alguno.
Nos encontramos inmersos en la enésima convocatoria electoral como resultado de esta posición intransigente de Podemos que es al aglutinador del conglomerado en que se han convertido las fuerzas de la izquierda alternativa. Ahora ha cambiado su estrategia, no pacta un programa como hizo en el acuerdo de la moción de censura a Rajoy (que no tuvo más remedio que apoyar), quiere formar parte de un Gobierno de coalición. En las negociaciones con el PSOE   posteriores a las elecciones del pasado mes de abril, plantearon esta línea roja como infranqueable. O eso o nada. El argumento era que no se conformaban con un acuerdo programático porque no se fiaban de los socialistas y para llevar a efecto su programa exigía estar en el Gobierno.  Pedro Sánchez, que no era partidario de esa fórmula, sino de un programa de Gobierno pactado,  en contra de su criterio, les ofreció formar parte del Gobierno con una Vicepresidencia y tres ministerios.   No se conformaron, quería además las políticas activas de empleo. Conociendo el esfuerzo que estaba haciendo el PSOE para poder armar un Gobierno de izquierdas  del que no era partidario en absoluto,  reventaron la posibilidad de hacerlo, ya que sabían que los socialistas iban al límite.
La razón expuesta de desconfianza y no poder controlar  el cumplimiento del acuerdo por parte de los socialistas, no se sostiene. En un Parlamento que tiene que convalidar los decretos leyes y aprobar las proposiciones de ley del  Gobierno, cuando no tiene mayoría, es un muy fácil controlar y rechazar aquellas que no se atengan a lo firmado en el acuerdo o que no se hayan pactado previamente. Ya lo habían hecho en enero cuando rechazaron el decreto ley  que presentó el Gobierno socialista sobre los alquileres de viviendas. Lo hicieron porque, según dijeron, no se ajustaba a lo que habían acordado. Fácil ¿no? No hacía falta formar parte del Gobierno para que se pudieran llevar a cabo las propuestas  que defendían y conseguir que el PSOE acentuara sus políticas de izquierdas. Y encima no sufren el desgaste que supone estar gobernando. Es decir, ya habían contrastado la eficacia de un pacto programático y el control que podían ejercer sobre su cumplimiento, sin necesidad de formar parte del Gobierno. Al parecer esto puede continuar siendo una condición irrenunciable si el PSOE reclama su apoyo  para que Pedro Sánchez pueda ser Presidente.
La estrategia utilizada por Podemos no persigue conseguir avances en resolver los problemas  que asfixian a la población más desfavorecida. Es un objetivo más egoísta. Ante la necesidad de formar un Gobierno, esta vez sí o sí, el PSOE, que se perfila como la fuerza política ganadora, se verá obligado a pedir la abstención de la derecha, que no prestará su apoyo gratis y tendrá que transigir con algunas propuestas que le hagan desde el bando conservador. Tendrá que hacerlo ante la locura que sería repetir otra vez las elecciones. Con lo que  habrá que afrontar la solución de los problemas de la sociedad con unas propuestas descafeinadas que serán ferozmente criticadas por esta izquierda inútil que se arrogará como su representante único, puesto que los socialistas son de derechas, como querían demostrar.  El resultado para la gente les importa poco, ya que las cosas serían distintas si se hubiera podido conseguir  un acuerdo programático para gobernar desde la izquierda, pero, al parecer, eso les interesa menos.  Quieren alcanzar el viejo objetivo de ser la fuerza política hegemónica en la izquierda, aunque con eso no se consiga transformar las condiciones penosas en las que vive la mayor parte de nuestra sociedad.
El PSOE no es partidario de dar entrada en el Gobierno a Podemos. Lo razonan porque tampoco  se fían, ya que lo que pretenden es formar un Gobierno paralelo lo que provocaría choques en el Consejo de Ministros que conducirían más temprano que tarde a una crisis institucional y a disolver el Parlamento. 
Conviene recordar que hubo un tiempo, cuando  IU ejercía la hegemonía en esta izquierda en que su estrategia pasaba por apoyarse en su programa si el  PSOE requería su ayuda. Programa, Programa, Programa, decían, jamás hablaron de formar parte del Gobierno. Ahora sería muy conveniente  que ejerciera su influencia en el seno de Podemos para recuperar ese criterio que fue el que propusieron los socialistas. Las discusiones deben centrarse en los contenidos de un programa para un gobierno de progreso. 
Los electores no entenderían que, una vez más, se frustrara un posible gobierno de izquierdas por la mezquindad de que Podemos quiera convertirse en el guardián de las esencias, en detrimento de ser útiles para frenar a esa derecha dispuesta a cargarse la sanidad, la escuela pública, la ley de dependencia, a empeorar aún más las condiciones de trabajo, a condenar  la juventud a no tener futuro, a cargarse el medio ambiente, o a mantener a los asesinados por Franco sin identificar en fosas comunes.
Aún se está a tiempo de impedirlo.



9 de septiembre de 2019

HACE 25 AÑOS DE LA ESTACIÓN

                                           
El día 9 de septiembre de 1994 tenía lugar todo un acontecimiento para Córdoba, la inauguración oficial del la nueva estación de ferrocarril presidida por el Rey. Era la culminación de un proceso que había durado más de 15 años, que había comenzado en la última época de la etapa predemocrática y que supuso un verdadero suplicio para los cordobeses. Las instalaciones ferroviarias  cortaban la ciudad y convertían en una odisea la comunicación de  los barrios situados al norte de las vías. Para los más jóvenes es difícil de entender la existencia de aquella Córdoba en blanco y negro, la de los pasos a nivel de las Margaritas y los Santos Pintados. Unos pasos a nivel dónde los ciudadanos se saltaban las barreras hartos de esperar que los trenes terminaran sus maniobras, lo que costo no pocas vidas. La del viaducto del Pretorio, en ruinas, soportando un tráfico de 40.000 vehículos cada día, con colas interminables para pasarlo en horas punta, en el que cuando se cruzaban dos autobuses, uno de ellos tenía que ocupar la acera porque no cabían. Cuando contamos hoy la historia de LA ESTACIÓN a los que no conocieron por su edad esa situación que tuvimos que padecer, no se explican por qué se tardó tanto en resolver un problema tan crucial para la ciudad. La explicación es bien sencilla, la operación que resolvía el problema liberaba 50 hectáreas de terreno al trasladar al Higuerón la estación de clasificación de mercancías y  soterrar las vías a su paso por la ciudad. 50 hectáreas quedaban vacías en el centro de la ciudad. En el Gobierno municipal nos empeñamos en que esos terrenos tenían que ser  gestionados por el Ayuntamiento para conseguir el máximo beneficio para la ciudad. Ese fue el mayor obstáculo que hubo que sortear. Las discrepancias en el modelo de trazado ferroviario no eran lo más importante. No podíamos en modo alguno renunciar a lo que creíamos que era nuestra obligación, realizar una política urbanística ordenada en un lugar tan central y tan extenso dónde aplicar un modelo residencial con vivienda pública y que las plusvalías que generara sirvieran para invertirlas en la otra gran barrera de la ciudad, el río.
En los primeros nueve años de  democracia municipal, el Ayuntamiento se encontró sólo frente al resto de administraciones públicas que torpedearon todos los intentos municipales para desbloquear la situación. Solo contamos con la ciudadanía cordobesa, nada menos, que arropó a sus representantes municipales, organizó manifestaciones y llegó a cortar el tráfico ferroviario en varias ocasiones. En una de ellas los líderes del movimiento vecinal, Juan Perea, Francisco Mayorgas, Diego Aguilar y José Luis Marquez, se encadenaron a las vías, lo que les costó un proceso penal del que fueron absueltos. La lucha vecinal en apoyo de su Ayuntamiento, junto a la cercana fecha de  1992 dónde tendría lugar en Sevilla la Exposición Universal y la necesidad de que el AVE llegara a tiempo, la imposibilidad de poder cambiar el Gobierno municipal en las urnas (IU volvió a ganar en 1987) o en una moción de censura posterior, consiguió que tanto el Gobierno central como el autonómico y RENFE admitieran la postura del Ayuntamiento y se firmara el convenio el 6 de marzo de 1989 que ponía fin a la pesadilla que supuso este largo y tortuoso camino. 
Hoy podemos contemplar el resultado, Una nueva fachada de la ciudad, los amplios jardines que terminan en el magnífico edificio de la estación, una obra realizada por los arquitectos cordobeses Jorge Benítez, José Miguel Asensio y los hermanos Ángel y Gabriel Rebollo. Mereció la pena resistir los ataques y las presiones para que el final quedara la obra más importante del siglo XX que transformó la ciudad.

17 de julio de 2019

CAMINO A LA IRRELEVANCIA


En estos días me han parado por la calle varias personas y me comentan que echan de menos a los “políticos de antes”. Los de ahora son un desastre, dicen. Yo también pienso igual, pero no lo manifiesto, les respondo que eran tiempos muy difíciles que requerían que se priorizaran conceptos de Estado, y todos fueron conscientes de anteponer el interés general frente a los partidistas. Eran conscientes también de que  estaban construyendo un nuevo sistema de libertades para sustituir la autarquía franquista y que había que hacerlo de forma pacífica. Todos cedieron en sus principios y trabajaron por el bien común, el resultado fue  la firma de los Pactos de la Moncloa para resolver entre todos la difícil situación económica, la implantación de la democracia y su consolidación posterior.
En las primeras elecciones locales de 1979 ganó en Córdoba el PCE, con mayoría simple, el pacto PSOE-PCE que se formalizó a nivel del estado garantizó la mayoría absoluta a un gobierno formado por ambas fuerzas políticas. Sin embargo, el PCE invitó a la UCD a participar en la redacción de un PROGRAMA de gobierno para la legislatura. Se redactó el programa en el que también participó el PSA, se aprobó en un Pleno,  se publicó y  en el gobierno tomaron parte representantes de todas las fuerzas políticas. Sin duda eran otros tiempos. El ejemplo y el trabajo de los primeros ayuntamientos democráticos fueron pieza fundamental en la consolidación del nuevo sistema.
Hoy la situación es bien distinta. Ahora se trata de salvar la credibilidad de la democracia entre la población, harta de que se le convoque a votar y que sus representantes antepongan sus intereses partidistas al de los  ciudadanos. El problema está en que no  tienen conciencia del mal que se está haciendo. La ciudadanía, que en su mayor parte está interesada en sus cosas, está a la espera de que se tomen decisiones para resolver sus muchos problemas, algunos muy graves como poder llegar a fin de mes. Frente a esto se encuentra con que se nos amenaza con otras elecciones porque PODEMOS quiere que su jefe de filas sea Ministro a toda costa.
Mientras tanto todos los sabios tertulianos y los menos sabios, que somos los demás, estamos enredados en discusiones, unos en los medios de difusión y otros en los bares, sobre quién tiene razón, si Pablo Iglesias apretando con su propuesta, Pedro Sánchez resistiéndose a aceptarla, Rivera con sus desplantes o Casado haciendo de Rajoy.
Nos hemos quedado mirando al dedo y no a la Luna. No se tiene conciencia del mal que se está haciendo al propio sistema democrático. Hasta ahora de una manera u otra la ciudadanía encontraba respuestas a sus problemas y la sociedad ha avanzado aunque aún quede mucho camino por recorrer. Pero el deterioro de la economía familiar, la falta de horizonte para las nuevas generaciones, la insufrible desigualdad, unido a este bloqueo político que impide cualquier solución, hace que la población mire hacia otras opciones políticas alejadas de los principios democráticos, como el neofranquismo de VOX, o simplemente deje de acudir a las urnas, total para qué. Todos son iguales, van a lo suyo. Las exigencias y el desencanto siempre están en los votantes de izquierdas.
Quizás una solución  sería aplicar los mismos principios que se emplearon en construir el andamiaje democrático. Empezar por tomar conciencia de la gravedad del problema por parte de las dos fuerzas de izquierda, que son las que tienen la responsabilidad de armar la base de un gobierno, después tener una decidida voluntad de encontrar una solución, a continuación  llegar a un acuerdo programático y por último acordar las responsabilidades que tiene cada uno en la formación de ese gobierno. Por ese orden. Así lo hicimos nosotros, así se ha hecho siempre y ha funcionado. Eso requiere que se tenga confianza en el cumplimiento de los acuerdos, que no existan imposiciones, que se sea consciente de la representación que cada uno ha obtenido en las elecciones (Es absurdo que la única representante de PODEMOS en La Rioja pida tres consejerías, de ocho que hay, para apoyar a la candidata socialista) y sobre todo, que se piense en la ciudadanía y en el estropicio que se causa a la credibilidad de la democracia si el desencuentro conduce otra vez a las urnas.
El PSOE tiene que resolver una difícil papeleta, evitar el acorralamiento que practican las derechas para que pacte con los independentistas, terroristas y comunistas, el eje del mal, para después acusarle de haberlo hecho.
PODEMOS debe explicar por qué quiere a toda costa poner el carro delante de los bueyes, por qué exige formar parte del gobierno sin acordar antes un programa. Sí, ya suponemos que es porque no se fían  que los socialistas cumplan lo pactado, pero ¿realmente es solo eso? ¿No será también la necesidad que tienen de recuperar espacio político y hacerlo desde la cúpula del poder ya que lo están perdiendo por la base? Para eso es necesario que su líder ocupe un puesto relevante en el gobierno y demuestre cómo se hacen las cosas desde la izquierda verdadera, la de ellos.
Su postura que parece irrevocable, empuja también al PSOE a buscar alguna ayuda en la derecha para evitar una repetición electoral. Inmediatamente viene la acusación de PODEMOS  de que buscan la solución con la derecha.
Mientras tanto el cabreo ciudadano crece y ya avisa de que si hay otras elecciones van a pasar.  La derecha complacida contempla el espectáculo, les están haciendo el trabajo electoral.
En la película La vida de Brian (1979), el Frente de Liberación de Judea decide secuestrar a Poncio Pilatos, y el Frente Judaico Popular tiene la misma idea, cuando van a realizar el secuestro ambos grupos coinciden en los subterráneos del palacio del gobernador romano y surge entre ellos una encarnizada lucha por protagonizar el secuestro. La confrontación es contemplada por dos soldados romanos que apoyados en sus lanzas ven como se matan entre ellos, no hace falta que intervengan para defender al gobernador.  Esta película en su conjunto es todo un tratado en clave de humor de cómo no debe comportarse la izquierda, pero cuarenta años después seguimos igual y ya no tiene  gracia este despropósito.








18 de abril de 2019

ENLOQUECIDOS


Decididamente en esta campaña la derecha ha perdido los papeles. Le suele pasar cuando no manda o, como en este caso, los vientos de los sondeos no le son favorables. Su desesperación les lleva a que sus propuestas se confundan y ya no se sepa a ciencia cierta si son del PP de VOX o de CIUDADANOS, que de forma un tanto atropellada compiten por ser los más  españoles de todos.
A decir verdad apenas exhiben propuestas, basan su estrategia en insultar y descalificar a Pedro Sánchez, adobada con anunciarnos todos los males del mundo que sufriremos si no impedimos que repita como Presidente. Una hecatombe, España se rompe, vuelve ETA, nos invaden los emigrantes y de la catástrofe económica ni hablamos. Ni siquiera Aznar llegó tan lejos.
Han utilizado todos los insultos conocidos y como a Casado se le acabaron, echó mano de algunos en desuso, pero que emplearon sus antepasados y que nos hizo ir a consultar el diccionario. Jamás se oyeron tantos disparates juntos dichos con total normalidad, como si todo fuera verdad. Un método muy sucio que espanta a las personas que esperan una altura política que se les supone a los que lideran partidos que aspiran a gobernar. ¿Alguien se imagina a un Presidente de Gobierno que insulte y mienta de la forma que lo hacen estos desnortados?
Están utilizando las redes sociales para difundir estos mensajes pero con mayor virulencia. Casado lo hace a través de una red de cuentas falsas en twitter. Saben que ante la gran cantidad  de votantes indecisos que hay, según nos dicen las encuestas, quién domine las redes parte con ventaja y no tienen reparo alguno en utilizar todas las marrullerías que puedan hacer como complemento a lo que dicen en los actos públicos.
Algo sí están dejando claro, que piensan gobernar juntos para defender la unidad de España, la bandera, el himno… de los asuntos que preocupan a los  españoles no hablan casi nada y cuando Casado y su gurú económico lo hacen es para anunciarnos que bajarán el salario mínimo, que van a acabar con las pensiones y que van a bajarle los impuestos, aún más, a las grandes fortunas. Encima nos piden que les votemos.
Tenemos que leernos sus programas electorales, los tres, que aunque tampoco nos digan las verdad de todo lo que piensan hacer, al menos no contiene insultos ni descalificaciones y mienten menos que  los discursos electorales. Recomiendo que se lea con atención el de VOX, es el más sincero de todos, saben que no van a ganar y no les importa decir lo que piensan, pero que si consiguen entre los tres ser mayoría van a tener la posibilidad de  determinar las políticas que piensan llevar a cabo, como ocurre en Andalucía.  Aquí hasta ahora a las propuestas que han hecho y a las condiciones que han puesto  no le han dicho que no las otras dos derechas que gobiernan, han admitido algunas y a otras le han dado largas. En junio, cuando pasen todas las elecciones, ya veremos.
El programa que la extrema derecha piensa exigir que se aplique, contiene algunas propuestas como son, acabar con la Ley de Memoria Histórica; suprimir el Estado Autonómico; derogar las leyes de violencia de género; suspender el espacio Schengen; supresión de las cuotas por sexo en las listas electorales; suprimir la figura del Defensor del Pueblo; fusionar Ayuntamientos y reducir el número de concejales; suprimir los jurados; desmantelar el sistema de pensiones; acabar con la progresividad fiscal; limitar el derecho de huelga y perseguir a los que ayuden a los inmigrantes. Estas entre las más conocidas referentes a la defensa de la tauromaquia y la caza. Aún tienen otras más del mismo tenor.
Si consiguen sumar, esta es la línea sobre la que van a basar su política  porque no le pueden  negar nada a estos neofranquistas si tienen que contar con su apoyo para gobernar y además muchas de estas propuestas son coincidentes con las del PP y a CIUDADANOS no le importa plegarse a lo que haga falta, como ha pasado en Andalucía. Todo sea por salvar a España.



6 de abril de 2019

¿QUÉ PASA CON LO MÍO?


La campaña electoral, que formalmente comienza en unos días, lleva ya mucho tiempo en marcha y apenas nos hemos enterado de lo que quieren hacer con nosotros los distintos partidos de la derecha.  Los escasos debates sobre temas que nos importan han sido forzados por la ciudadanía y las respuestas han sido ambiguas, como si no les interesaran nuestras inquietudes. Sirva como ejemplo la despenalización de la eutanasia.
He escuchado un debate electoral sobre economía protagonizado por figuras destacadas de los distintos partidos. Un griterío ensordecedor, una crispación tremenda con una absoluta falta de respeto, el representante del PP sin dejar hablar a los demás, aunque no era el único pero sí el que más sobresalía. No conseguí enterarme de las distintas propuestas, empeñados como estaban de destruir al adversario más que argumentar las ideas propias. La conclusión final fue una sarta de descalificaciones y ninguna explicación clara sobre lo que piensan hacer en un asunto tan vital como son las medidas económicas que aplicarían caso de ganar las elecciones. Es el preludio de lo que nos espera. No sé si son conscientes de que con esa actitud nos faltan al respeto que merecemos como ciudadanos. Los medios también colaboran en este despropósito, la bronca  vende más y es lo que se lleva, porque de eso se trata, de aumentar la audiencia. 
Esta campaña, como las celebradas en los últimos tiempos, tiene todos los visos de estar dominada por la acritud y los malos modos, más que por las propuestas. Es lo que pasa cuando la derecha va por detrás en los sondeos de opinión y cuando no, también. Su estrategia es practicar el juego sucio en el que predominan los insultos y las descalificaciones como ejes de sus intervenciones. Ya hemos tenido una buena dosis de agresividad  por  boca de sus líderes, con insultos que jamás había oído, pese a mi larga experiencia en el seguimiento de campañas electorales (todas hasta ahora). Eso me hace rememorar la altura política que se exhibía en las confrontaciones de principios de nuestra democracia reciente, en las que predominaba la defensa de las ideas con razonamientos que trataban de convencer a los electores. Hasta la llegada de Aznar no se oyeron las descalificaciones personales utilizadas como argumento político, que son  las que están siendo ahora mejoradas con ardor y entusiasmo por su epígono Casado.
El objetivo ahora se fija en conseguir que lo que se diga figure en los  titulares de los medios. Los asesores se afanan en proporcionar munición al líder para que gane el próximo titular. Pero eso es más difícil en la medida que se incrementa el volumen del exabrupto lo que hace que se convierta en una carrera enloquecida que cada vez se aleja más de la sensatez.
 
Sorprende  el crecimiento que la extrema derecha está teniendo sin que se conozcan sus propuestas sobre sobre los asuntos que interesan a la ciudadanía. Da que pensar que hayan vendido tan fácilmente discursos tan simples como  patria, bandera, odio al inmigrante y machismo. Sin duda es responsabilidad de la izquierda que no ha sabido, podido o querido explicar y convencer con un discurso basado en los valores democráticos. Ha olvidado que esos valores, la lucha por la libertad, la ampliación de derechos, la igualdad, la solidaridad, la ayuda al más débil, están en permanente peligro, porque en algunos casos van contra el sentimiento natural de la especie humana que tiende al egoísmo y a la violencia. Sorprende que sus nuevos partidarios se sientan atraídos por la unidad de España, la defensa del himno, el ondear de las banderas y no por sus propuestas para mejorar la sanidad y la educación  la creación de empleo estable y digno, la garantía de estabilidad de las pensiones, en definitiva por mejorar la calidad de vida de la gente. La defensa de España no llena el frigorífico, la bandera no crea empleo y el himno no mejora las listas de espera en sanidad.  
El voto, mi voto, es la herramienta que utilizo para elegir a quién proponga aplicar  políticas que me garanticen la defensa de la libertad, la ampliación de derechos, la mejora de mis condiciones de vida y, muy importante, que me explique cómo lo va a hacer, con qué recursos y dónde los va a conseguir. Eso es lo que se debe explicar en la campaña y sobre eso organizar los debates. Ya sé que las cosas no van por ahí, pero sería deseable que exigiéramos que  fuese así, aunque sólo sea  por respeto a nuestra inteligencia.
No pienso ver ni oír ninguno de los debates que están por venir, mi cuota de escuchar  descalificaciones e insultos está completa y la bronca no me interesa. Pero sí iré a votar.







25 de marzo de 2019

GALGOS O PODENCOS



Este fin de semana ha surgido una noticia inquietante para el electorado de la izquierda en Córdoba. Las próximas elecciones municipales vamos a tener que optar entre ¡cuatro! listas electorales porque  PODEMOS ha decidido que esta vez van a ir solos, pero además es que la dirección del partido, contraria a este decisión, ha dimitido y piensa aliarse con GANEMOS. Completan  la parrilla de la izquierda el PSOE e IZQUIERDA UNIDA.
Las razones  que han hecho públicas para no llegar a un acuerdo de confluencia han sido una cuestión de candidatos y la negativa de pactar con el PSOE después de las elecciones. El problema de siempre, considerar por algunos puristas que los socialistas son de derechas.
Sería necesario y urgente llamar a la sensatez y hacer que reflexionen sobre la situación política que atravesamos  y las consecuencias que tiene  su decisión. El objetivo principal ahora debe ser impedir que la extrema derecha condicione el gobierno de la ciudad, como ocurre en la Junta de Andalucía y la división que  proponen facilita que esto ocurra.
Seguro que no conocen lo que significa la extrema derecha, los que la hemos tenido que sufrir durante años y soportar sus soflamas patrioteras, sabemos lo que es vivir sin derechos. El solo recuerdo de aquellos tiempos hace que nos llene de indignación la frivolidad con que se mira este fenómeno.
 Seguro que la decisión de buscar la máxima confluencia genera renuncias y sacrificar estrategias. Seguro que hay que dejar para más adelante los elementos que separan y evitar lo que Josep Ramoneda llama “el ejercicio favorito de la izquierda: la psicopatología narcisista de las pequeñas diferencias”. Lo que hay que priorizar en estos momentos no es cómo se gobierna desde la izquierda, sino evitar que nos gobierne esta derecha. Esto lo exige la responsabilidad política.
Sirva como recordatorio el hecho de que en Córdoba la izquierda siempre ha propuesto gobiernos conjuntos, incluso cuando en 1983 Julio Anguita sacó mayoría absoluta, se invitó al PSOE a formar parte del Gobierno. Es una tradición que ha siso muy útil para la ciudadanía y que ahora se convierte en una necesidad.

17 de enero de 2019

UNA NUEVA ETAPA


Esta semana empieza  una etapa en la política andaluza totalmente desconocida hasta ahora. La formación de un gobierno de la derecha, apoyado por un partido neofranquista.
Qué ha podido pasar para que en la Andalucía roja por excelencia, hayan hecho su aparición los herederos de la Dictadura, apoyados por 400.000 andaluces, nada menos.
Ha pasado que los partidos de la izquierda no han hecho los deberes. A estas alturas ya deberíamos saber que en política es necesario tener un proyecto, hacer que sea conocido y, lo más importante, que ilusione, que despierte esperanzas, que ofrezca retos nuevos que alcanzar y sobre todo, convencer al electorado. Si esto no se hace, la gente buscará en otros caladeros quién se lo ofrezca aunque sea con mentiras, pero al menos ofrecen algo que parece nuevo, por más que sea la recuperación de los principios que sufrimos con la Dictadura.
 Cuando se buscan explicaciones para justificar los 36 años ininterrumpidos de gobierno socialista, se olvida la más importante, la capacidad de renovar el proyecto político con nuevas propuestas. Eso significa tener la iniciativa política y la hegemonía en el debate. El PSOE  en Andalucía lo venía haciendo, en cada convocatoria electoral proponía nuevos proyectos, el  más potente fue la Segunda Modernización de Andalucía que desembocó en un nuevo Estatuto de Autonomía. Eso significaba que había que estar movilizado permanentemente, debatiendo con la sociedad, escuchando sus propuestas y confrontándolas con las propias. Todo un trabajo. El abandono de esa estrategia, junto con la confianza en que aquí se ganaba con la gorra, han sido los principales responsables del fracaso. Eso es la democracia, la culpa no es de VOX ni de los andaluces que los han votado,  es de quién ha sido incapaz de ofrecer nada atractivo para que se le vote, como antes sí se había hecho.
 La derecha ha votado masívamente, sus abstencionistas se han movilizado esta vez porque la oferta era más variada que otras veces y cubría mejor los deseos de su electorado mientras que los votantes socialistas se han quedado en su casa porque no se les ha motivado.
La otra izquierda continúa en la búsqueda de sus identidades perdidas, que no ha sabido reflejar en la suma de Adelante Andalucía y  también ha provocado la  desmovilización de los suyos, porque tampoco han sabido motivarlos. La complejidad de sus estructuras organizativas requiere un trabajo más elaborado para movilizar a su electorado. Debería analizarse en profundidad por qué cuando se unen consiguen menos votos que cuando van separados. La razón no debe estar en la matemáticas, sino en la capacidad de formular una propuesta común en la que todos se sientan representados y en el respeto que merecen todas las opciones políticas que participan. Para conseguirlo, tal vez no sea el método asambleario el mejor procedimiento.
Lo ocurrido en Andalucía debe servir para aprender de los errores cometidos. Si no se toman medidas, asusta lo que está por venir en un futuro inmediato. Queda poco tiempo para la próxima cita electoral, pero debe ser suficiente para conseguir armar una estrategia que frene los intentos involucionistas de una derecha echada al monte y envalentonada, que ha encontrado en los valores retro un filón para desmontar los avances conseguidos en la democracia. 
Mientras tanto nosotros pagaremos el pato, y tendremos que volver a la calle cuando intenten hacer retroceder, cuando no desaparecer,  los logros alcanzados con tanta lucha y los avances sociales en materia de igualdad y bienestar. Intentarán que vuelva la figura del señorito con escopeta y perro. La reconquista.