23 de diciembre de 2018

PERDER EL NORTE


Estos últimos días hemos presenciado los altercados que han tenido lugar  con motivo de la celebración de un Consejo de Ministros en Barcelona. Hemos podido comprobar las imágenes en las que los radicales independentistas mostraban su furia,  su capacidad para destrozar el mobiliario urbano y provocar a los mossos.  Apretaron, como les ordenó el descerebrado de su President. Qué lejos queda este personaje de antecesores  suyos en el cargo, que demostraron una gran capacidad política, pero ha preferido ser el muñeco del ventrílocuo Puigdemont, que ya demostró también  sus escasas dotes para resolver la complejidad que entraña administrar el sentimiento independentista. Jamás la Presidencia de la Generalitat ha podido caer tan bajo.
Siempre he tenido a los catalanes por gente inteligente, emprendedora, cordial, culta y con una gran capacidad creadora. Nunca han renunciado a marcar sus diferencias con el resto del Estado, desde niños y durante generaciones han sido educados en resaltarlas,  pero ahora se utilizan para poner rumbo a un objetivo imposible de alcanzar. He discutido con independentistas que el camino de la unilateralidad no va a ningún sitio, pero he perdido el tiempo, no razonan, ningún radical lo hace porque habitan en el mundo de los sentimientos. Es asombroso escuchar los argumentos que esgrimen y su seguridad en que van a ser reconocidos por Europa, con un desconocimiento absoluto de la realidad.  De pronto ha desaparecido el “seny”, que durante épocas ha definido el comportamiento de la burguesía y de gran parte de la sociedad catalana,  que tantos éxitos ha conseguido en el transcurso de la historia. Por el contrario ahora es una sociedad dividida y crispada que salta a la menor ocasión, con una violencia inusitada, que la incapacita para construir algo positivo, una cualidad que la caracterizaba.   
No es mi intención analizar aquí la indudable complejidad por la que atraviesa Cataluña. Me limito simplemente a destacar mi asombro e incredulidad por los acontecimientos que se están produciendo.
Al mismo tiempo tenía lugar otra manifestación de protesta, también en Barcelona y también violenta, protagonizada por un numeroso grupo de personas que protestaban contra el Ayuntamiento porque unos agentes de la guardia urbana  habían matado  una perra. Se han podido ver en imágenes cómo tiraban objetos contra la fachada del Ayuntamiento con una agresividad que se reflejaba en sus rostros desencajados por la furia y gritando ¡asesino! al agente que disparó.
Coincidiendo con las manifestaciones de ira por el “asesinato” de una perra, se  producía en el mar de Alborán  el naufragio de una patera en el que perecían 13 personas y desaparecían otras 12,  que venían a sumarse a las 146 personas muertas en el mes pasado y a las 6.174 víctimas que se calculan desde 1988. Los medios de comunicación han dedicado mucho más tiempo al incidente de la perra que a la tragedia de la migración y nos hemos enterado hasta de su nombre, “Sota” . ¿Sabemos el nombre de alguno de los fallecidos por buscar una vida en la que no sea perseguido y no pase hambre?
Que se sepa nadie se ha manifestado por la muerte de esas 25 personas, ni con ira ni sin ella. Al parecer para esta sociedad provoca más indignación la muerte de un perro que la de esos seres humanos. ¿Cómo es posible que se produzcan estos hechos tan irracionales en el seno de una sociedad que se denomina culta y solidaria? ¿Dónde están los líderes políticos y sociales que pregonen la sensatez? Necesitamos con urgencia dirigentes políticos que reconduzcan esta atmósfera de crispación que respiramos y que está fomentada por unos insensatos pirómanos que incendian con mentiras y falsedades, como los líderes independentistas, como Casado y Rivera, al frente de sus aguerridas tropas, que predican con furia contra el entendimiento y el diálogo como forma democrática de resolver los problemas y contra la acogida de inmigrantes, con discursos xenófobos, más propios de regímenes dictatoriales. Es hora ya de que la izquierda se ponga el mono de trabajo,  deje ya de mirar las encuestas como la madrastra de Blancanieves miraba el espejo mágico y empiece a imponer su discurso en medio de tanto griterío y tanta mentira. Difícil, pero no imposible.
  


4 de diciembre de 2018

LA RECONQUISTA EMPIEZA EN ANDALUCÍA


Así definió el líder de VOX el resultado electoral del pasado domingo, Andalucía convertida en la Covadonga del siglo XXI y él en D. Pelayo. Enfrente no estaban los sarracenos,  sino los socialistas corruptos y los comunistas chavistas, mala gente a la que hay que expulsar o eliminar del suelo patrio para conseguir la unidad de España y el triunfo del cristianismo.
Es un lenguaje que ya teníamos olvidado y que habíamos conseguido superar con la construcción de una sociedad libre y abierta. Veíamos que este fenómeno del renacer de la extrema derecha ocurría en otros lugares, pero aquí no porque estaban dentro del PP. Y así era hasta que se han separado y  han cobrado vida propia hasta hacerse presente e irrumpir fuertemente aprovechando nuestro sistema democrático.
Un fenómeno que tiene su causa principal en las crisis que provoca el capitalismo. La Gran Depresión trajo como consecuencia el nacimiento en Europa de los movimientos fascistas y nazi. Hitler alcanzó el poder elegido en las urnas. Ahora la Gran Recesión ha traído el resurgir de esos movimientos en Europa, a los que Trump y Bolsonaro no son ajenos. Es decir, son consecuencia del descontento general, de los profundos desequilibrios sociales que provoca y de la carencia de soluciones por parte de las democracias. Ese ambiente es un terreno propicio para que arraiguen los discursos más sencillos y demagógicos que no necesitan explicación y que tienen una gran acogida entre los descontentos por la ineficacia de los partidos políticos.  Ahora vemos en Francia brotar protestas muy duras, sin nadie que las lidere, es la expresión del nivel máximo de hartazgo y de que siempre paguen el pato los mismos. Una consecuencia del capitalismo salvaje que campa sin control produciendo desequilibrios sociales insoportables.
En este ambiente, se celebraron las elecciones andaluzas, las primeras de una larga etapa de convocatorias que tendrán lugar el año que viene. Estaremos en campaña electoral más de un año, con lo que eso significa.  El resultado electoral del domingo ha desconcertado por imprevisible y por la rotundidad con que ha hecho su aparición el neofranquismo,  ningún sondeo de opinión nos lo anunció. Además  irrumpe con capacidad para decidir nada menos que el Gobierno de la Junta de Andalucía. El PP que ha obtenido los peores resultados de su historia, se ha apresurado a contar con ellos para conseguir la Presidencia,  Pablo Casado se ha pasado toda la campaña lanzando mensajes muy parecidos a los de VOX, con los mismos  contenidos, Cataluña, la inmigración y la recentralización del Estado. De siempre esta derecha española ha tirado al monte, incapaz de deshacer de su herencia franquista y por tanto no le cuesta nada pactar con una fuerza que  aunque sea antisistema  es hermana de sangre.   
                                                                                               
Ciudadanos tiene en sus manos una difícil decisión política. Aunque se han postulado para presidir la Junta, son conscientes de que no lo pueden conseguir, por más que utilicen la serie de Borgen para sostener su pretensión. Son la tercera fuerza política, pese a ser los que más han subido en votos, en el transcurso de las negociaciones tendrán que venderse para que gobierne el PP.  En esta situación aparecerán en una foto indeseable  votando junto a VOX. Desde su aparición  en el panorama nacional han estado cambiando de posición constantemente y han ido desde firmar un programa de gobierno con el PSOE, hasta mantener posturas más de derechas que los populares.  Cambiar de opinión se puede admitir, pero tiene una línea roja, coincidir con una fuerza política franquista. Sería una postura muy difícil de explicar en una fuerza política liberal. Quién se alíe con VOX se mancha y aún quedan por delante las elecciones autonómicas, municipales, europeas y generales.

El PSOE debe asumir el error cometido que le ha costado muy caro. Las elecciones no estaban ganadas, estaban ganados los sondeos y la experiencia nos dice que es una situación propicia para que el electorado se desmovilice.  Ha faltado ilusionar a los andaluces con un  nuevo proyecto, como se ha hecho en el pasado. Ha habido otro inconveniente, el debate sobre Cataluña ha impregnado todo, impidiendo en gran medida que se debatiera sobre Andalucía. A esto hay que añadir que el discurso negativo de los 36 años en el Gobierno ha calado entre los votantes, pero tampoco han querido que el relevo sea el PP, al que también han castigado duramente.

Podemos e IU tienen que sacar conclusiones. En teoría la unión de la izquierda debe ser el objetivo a perseguir, pero los dos experimentos que ha habido han sido un fracaso, no solo no han sumado sino que han restado apoyos. El electorado de la izquierda está muy fragmentado y se ha demostrado que unir los pedazos en un puzle no es la solución.
Lo más importante  y urgente que tiene que tener  la izquierda es cómo se frena a la extrema derecha y a sus aliados camuflados de demócratas,  cara a las próximas elecciones. Una idea, pisar más la calle, estar más en contacto con los problemas de la gente y explicar con mucha pedagogía las propuestas que se hacen.