LA INDECENCIA SUSTITUYE A LA ÉTICA
Cuando comenzó la democracia en España allá por el año 1978, se abría un horizonte de esperanza en un nuevo Estado en el que la decencia y la ética en el comportamiento de nuestros representantes políticos fueran el elemento diferenciador fundamental con la negra etapa de la dictadura. Para nosotros la libertad significaba que podíamos elegir para que nos gobernaran los mejores, los más capacitados, los más honestos, los que mejor representaban nuestra forma de pensar y nuestras esperanzas de materializar el cambio profundo que se había producido en nuestro país. Ahora todo eso suena un tanto romántico. Los navajazos, los golpes bajos, las mentiras, las traiciones y los comportamientos venales en los que ha tenido que intervenir la justicia, se han convertido en normales dentro del mundo político. Hemos presenciado intervenciones de diputados de la derecha en el Congreso de los Diputados vergonzosas por su zafiedad, que solo pretendían insultar al adversario en lugar de expo