26 de octubre de 2017

UN ATAQUE AL ESTADO DE DERECHO

Así es cómo definió la fiscal del caso Gürtell la actuación corrupta del Partido Popular por su financiación ilegal, como un ataque al Estado de derecho, nada más y nada menos. Con anterioridad, un juez definió estas actuaciones como “prácticas mafiosas”. En su informe final, la fiscal expone como hechos probados que Jesús Sepúlveda, su esposa Ana Mato y el Partido Popular, se beneficiaron del cobro de comisiones por adjudicación de obras que sirvieron para  pagar coches de lujo, viajes y fiestas del entonces matrimonio Sepúlveda-Mato y añade “abrumadoramente acreditada” la existencia de una caja B del PP para financiar campañas electorales. Y esto no ha hecho nada más que empezar, detrás viene el desenlace de las incontables corrupciones que ha practicado el partido que preside Mariano Rajoy, el paladín defensor de la legalidad.
Esta noticia, que hubiera ocupado las primeras páginas de los periódicos por su extrema gravedad, se ha visto relegada a páginas interiores y apenas comentada porque ahora lo que preocupa es el proceso independentista de Cataluña, con Puigdemont  a la cabeza, y su declaración unilateral de independencia, otra vulneración grave del Estado de derecho. La cruel paradoja es que un Partido sobre el que pesa estas graves acusaciones de incumplimiento de la legalidad, se arrogue el ser paladín de la defensa de la Ley. Lo nunca visto.
Tampoco es noticia ya los casos de corrupción del Palau, Banca Catalana, ITV, etc., de Convergencia y Unió, que cambió de nombre, ahora se llama Partido Demócrata de Cataluña, para disimular, cómo si no fuera con ellos. Ya no se habla de que su líder fundador Jordi Pujol, su familia y amigos se lucraran del 3% de las comisiones que cobraban por la adjudicación de obras, ni que evadieran capitales a Andorra, ni que el primogénito de la familia se encuentre en prisión por ser un corrupto. Nada de eso es importante.
Dos familias políticas corruptas enfrentadas por defender la legalidad.  ¿Ha pasado esto alguna vez en la Historia? Pero lo más sorprendente es que ni los partidos políticos, ni los medios de comunicación le prestan atención. Todos nos angustian con lo que puede pasar en Cataluña. Y es grave lo que está pasando, sin duda. Pero esta situación inédita en nuestra democracia, nos hace pensar  que lo peor está por venir. Frente al desafío enloquecido de los independentistas y las respuestas duras del Gobierno de Rajoy, no dejan espacio alguno para propuestas que bajen la tensión. De nada sirvió la respuestas en el último escrito de Puigdemont a Rajoy indicando que no había declarado la independencia, como todos sabíamos, tampoco se ha tenido en cuenta las recomendaciones del PSOE al Gobierno de que, en caso de necesidad, se aplicara el artículo 155 con mesura. Da la impresión de que se quiere llegar al límite y no buscar un espacio de encuentro.
Por el camino que han escogido, este problema nos va a tener ocupados y preocupados mucho tiempo más, mientras tanto la maquinaria judicial continuará su camino, confirmando lo que ya sabemos, pero nadie le prestará atención. Al Partido Popular le ha venido de maravilla esta situación, se oculta el grave problema de corrupción que padece y de camino da satisfacción y alimento al nacionalismo español más rancio, es decir, a sus seguidores y mientras tanto nosotros continuaremos sufriendo el desasosiego y comentando si hay que dialogar o mandar a Cataluña la Legión y la acorazada Brunete. No es broma, yo lo he oído.


23 de octubre de 2017

EFECTOS SECUNDARIOS

 Vivimos tiempos de pesadilla mezcla de incertidumbre y temor al futuro. Una situación en la que la inmensa mayoría somos meros espectadores pero que pagaremos las consecuencias de lo que resulte. Son  tiempos que ya habíamos olvidado porque, los más parecidos, fueron hace más de cuarenta años, toda una generación. Pero entonces sí pudimos ser protagonistas. Luchábamos por conseguir un sistema de libertades que nos sacara de la asfixia del franquismo. Una hermosa lucha, y al final  todos ganamos porque pactamos cómo debíamos construir nuestro futuro para progresar en paz y libertad. Dentro de unos días se conmemoran los 40 años de los Pactos de la Moncloa. Todos los partidos políticos, incluidos Convergencia y Unió y el PNV, junto con  los sindicatos, acordaron la manera de sacar a España de la angustiosa situación económica en la que se encontraba. Los dirigentes políticos de entonces tenían un concepto de Estado que hoy se echa en falta. Nadie pensaba entonces que un pacto entre la derecha heredera del franquismo y la izquierda, restaría votos. Y aunque así fuera, se valoraba más el interés general que el del partido.  Hoy se gobierna en base a lo que digan los sondeos de opinión y el resultado de eso, en las circunstancias actuales, es que crezcan las posturas más radicales. Ante la ausencia de la política, cuyos objetivos son los acuerdos que matizan las posturas extremas, triunfan los argumentos primarios que nos dividen simplemente, en buenos y malos, o nosotros y ellos. Y esto se fabrica, como siempre, sobre muchas mentiras, que una vez situado en mi trinchera son alimento para el odio. Llegados a este punto, se manipula la historia, los símbolos y lo que haga falta. ¿Quiénes son fascistas, los independentistas o yo? Ninguno, pero poco importa. Estamos en la descalificación y el insulto, eso sí, de forma pacífica. Menos mal. El esfuerzo realizado por los que se vistieron de blanco y se manifestaron reclamando diálogo, ha fracasado. Se ha impuesto la irracionalidad. Ante esta situación no es de extrañar que se haya incrementado de forma importante la venta de ansiolíticos para poder dormir, pero ¿quién nos libra de las pesadillas?  

(Columna de opinión en la Cadena Ser)