25 de enero de 2010

El cambio tranquilo

La última encuesta del IESA sobre la situación en Andalucía ha provocado reacciones políticas de hondo calado tanto en el PSOE como en el PP y tanto a nivel andaluz como en el resto del Estado. La razón es que por primera vez en más de una década el PP aventaja en intención de voto al PSOE en 1,6 puntos, a esto hay que añadir la importancia que tiene el voto andaluz en unas elecciones generales. Los populares lo han celebrado como si hubieran ganado de verdad las elecciones, Arenas no cabía en sí de gozo y, aunque aún falten dos años para la próxima consulta electoral, ha sido felicitado como si ya la hubiera ganado.

En esta encuesta sorprende que el electorado valore que el PSOE es el partido que mejor defiende a Andalucía, el que mejor representa las ideas del pueblo, el que inspira más confianza, el más unido, el más capacitado para gobernar, el más honesto y el que más se preocupa por los desfavorecidos. Sin embargo, los andaluces quieren un cambio de gobierno, pese a que la mayoría apruebe la gestión que está haciendo de la crisis. Lo cierto de todo esto es que la encuesta refleja el profundo malestar de la ciudadanía con lo que está pasando y, aunque reconoce que los principales culpables de la crisis son los bancos, como no puede votar contra ellos, lo hace contra el Gobierno.

En el Partido Popular deberían prestar más atención al contenido completo y no quedarse en la última página. Supongo que lo han hecho y no creo que por dentro estén tan contentos como aparentan, porque saben que la intención de voto es fruto de la mala coyuntura económica y del desempleo y que cuando se empiece a recuperar la economía y a crearse puestos de trabajo, su raquítica ventaja se esfumará. La encuesta dice algo que se viene repitiendo desde hace muchos años y que es una de las razones profundas por la que el PP pierde siempre las elecciones: la mayoría del electorado se identifica ideológicamente con el PSOE, entre la izquierda y el centro-izquierda, y al PP lo coloca en la extrema derecha. Arenas se ha dado cuenta de que desde esa posición nunca podrá ganar unas elecciones y ha anunciado que va a moderar su discurso, que va a proponer “un cambio tranquilo”. Una lástima, con lo bien que lo pasamos con sus disparates y con esa agresividad de pistolero de película. También debe haber influido en esa nueva postura la opinión que tienen de él los andaluces, que, aunque lo conocen más que a José Antonio Griñán, lo valoran bastante peor. Lo tienen calado. En definitiva, si con la que está cayendo sólo sacan menos de dos puntos de ventaja, el cambio, sea tranquilo o agitado, no se ve tan cerca.

Otra lectura de la encuesta es que el PSOE tiene que asumir la responsabilidad del cambio de situación que los andaluces están pidiendo, porque dicen que es el que está más preparado para hacerlo y además es en el que más confían para llevarlo a cabo. Para eso son necesarias tres cosas; la primera es un proyecto político estratégico, como lo fue en su momento la 2ª Modernización de Andalucía y que desembocó en el nuevo Estatuto. Ahora podría ser el Proyecto de Economía Sostenible cuya redacción está siendo muy plural y que después debe abrirse a un amplio debate ciudadano. En segundo lugar, cerrar el proceso que se inició con el cambio en la Presidencia de la Junta, si eso se resuelve con un congreso extraordinario, se debe hacer pronto, sin olvidar que no sería prudente perturbar demasiado la presidencia española de la Unión Europea. Y, por último, articular una estrategia de comunicación eficaz para explicarle a la ciudadanía las medidas que el Gobierno está tomando para luchar contra la crisis y el desempleo y, sobre todo, hacerle ver que la crisis no la ha creado el PSOE, sino las políticas neoliberales que defiende el PP, que la solución de una crisis mundial no la resuelve un gobierno regional, que ante este mal sólo se puede contar con paliativos y quien diga que lo puede resolver miente descaradamente.

8 de enero de 2010

Antes y después de AVATAR

La industria americana tiene una acrisolada experiencia en marcar las pautas de por dónde ha de ir el futuro del cine. Avanza en nuevas propuestas estéticas, nuevos rostros, nuevas técnicas y las historias pueden ser buenas y estar bien contadas, pero las malas y mal contadas las adornan, las envuelven en papeles de colores, y las promocionan como buenas o muy buenas. Conviene no confundirse porque la industria pretende, siempre que puede, hacerte pasar un mago de feria por un creador y unos fuegos artificiales por obras históricas. Esa confusión se le ha dado muy bien y, lo que es más importante, ha dado pingües beneficios, porque de eso se trata. A falta de imaginación creadora, que no falten buenos trucos que emboben al personal y le hagan creer que ha visto una obra de arte. Así ha sido siempre y continuará siéndolo mientras los espectadores lo aceptemos y pasemos por taquilla.

Esto no quiere decir que los buenos trucos, los efectos especiales y ahora los efectos virtuales, sean innecesarios, por el contrario, el cine no puede vivir de espaldas a los avances de las nuevas tecnologías. Como un arte, que también es, tiene que manifestarse de acuerdo con la realidad del momento. Gracias a esas innovaciones se ha podido avanzar en una estética diferente y crear escenarios que sólo se podían soñar.

El peligro está en que se hagan películas pensando solamente en los recursos técnicos, en detrimento de lo más importante, la historia que se cuenta. Recientemente tenemos demasiados ejemplos de que primero se piensa en los efectos virtuales y después se inventa un argumento donde colocarlos. La forma en que se cuenta tampoco es importante, el objetivo es asombrar al espectador y que alucine en colores.

Entre los mensajes laudatorios que contiene la extraordinaria publicidad que acompaña al estreno de Avatar, se ha dicho que esta película marca un antes y un después en la historia del cine. Es una afirmación de un enorme cinismo. Si se refiere a que los efectos especiales son creados por necesidades de la narración, o se ha querido contar algo distinto con nuevos métodos, esta película está muy lejos de todo eso. En la historia del cine nos encontramos obras maestras que han innovado en la técnica porque la narración lo requería, por ejemplo, El acorazado Potemkin (1925), donde Eisenstein utiliza el montaje como recurso narrativo de una fuerza extraordinaria y que se ha vuelto a utilizar en el cine de hoy; o Ciudadano Kane (1941), película en la que Orson Welles quiere resaltar la figura de Charles Foster Kane utilizando los contrapicados, lo que obliga a poner por primera vez en la historia techos a los decorados. También ha habido quien ha utilizado los efectos especiales para contarnos magníficas historias, como 2001, una odisea del espacio (1968), de Stanley Kubrick; La guerra de las galaxias (1977), de George Lucas; Blade Runner (1982), de Ridley Scott (“Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos-c brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todo eso se perderá en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”); o la trilogía de El Señor de los Anillos (2001), de Peter Jackson. Películas donde las historias de amor, ambición, amistad, solidaridad, lealtad, odio, esfuerzo, rebeldía, están contadas con una gran riqueza dramática.

Avatar no es nada que se le parezca a esto, es una magnífica y espectacular sesión de fuegos artificiales. Al terminar de verla exclamé, como el profesor Lindt en Cortina rasgada (1966), de Alfred Hichtcock, cuando Paul Newman quiere sonsacarle una fórmula secreta y escribe en la pizarra muchas y enrevesadas cifras: ¡Pero si no me ha contado nada!”. James Cameron no es más que un gran ilusionista, un mago que ha descubierto cómo llenar las salas con sus juegos de artificio. Decía Javier Ocaña en su crítica de El País que “a Cameron se le ha olvidado la historia que quería contar… y si este es el camino que va a llevar el cine a partir de ahora, que lo paren, que yo me bajo”. A mí tampoco me interesa este rumbo, pero no lo lamentemos… “siempre nos quedará París”.