El golpe de
mano efectuado por un grupo de disidentes de la dirección del PSOE para
descabalgar de la secretaría general a Pedro Sánchez, ha sumido a sus
militantes, simpatizantes, votantes y a la ciudadanía en el desconcierto, el
estupor y la indignación (que cada uno se aplique el calificativo que le venga
bien). Era impensable que los que la han llevado a cabo no hubieran tenido en
cuenta el destrozo que hacían y las tremendas consecuencias que acarreaba su
acción. Su única explicación ha sido la aplicación de las normas estatutarias
pero quedan sin explicar los objetivos políticos que persiguen que son los que
nos interesan a la ciudadanía ¿Destituirlo para qué? Analicemos la situación.
Pedro
Sánchez fue elegido Secretario General por la militancia en un proceso de
primarias dónde concurría con dos candidatos más. Mayor legitimidad democrática
no existe. Esa legitimidad pretenden cambiarla un grupo de dirigentes sin
explicar las razones políticas que le llevan a tomar tan tremenda decisión y
sin tener en cuenta las gravísimas consecuencias que trae consigo. Además lo
hacen en medio de una profunda crisis institucional en la que está sumida el
país. No cabe mayor irresponsabilidad y es muy preocupante que entre los
rebeldes figuren personas que desempeñan cargos institucionales de la mayor
importancia.
Han
intentado justificarlo porque el Secretario General ha propuesto la celebración
de unas primarias y el congreso que estaba aplazado. Dos mecanismos democráticos
que traen consigo recabar de la militancia su opinión sobre el camino a seguir
en la convulsa situación política que atravesamos. Al sentirse acosado por las
intrigas de este grupo de disidentes la
única salida del Secretario General ha sido consultar a las bases del partido,
una actuación consecuente en una organización política que presume de
democracia interna.
La
consecuencia política es que han eliminado la posibilidad de que se explore la
formación de un Gobierno del cambio y dejado el camino expedito a que la
derecha gobierne cuatro años más. Y ese parece ser el objetivo que se
pretendía, al menos esa es la consecuencia de su irresponsabilidad. Pero lo que
asombra de todo esto es que podían haber propuesto en el comité federal que el
PSOE se abstuviera en la investidura de Rajoy. Decisión que tendría que acatar
en Secretario General y de no estar dispuesto a hacerlo tuviera que presentar
su dimisión. Entonces se hubieran cargado de razón y tendría justificación lo
que ahora han querido hacer por la fuerza. Todo indica que temían que su
propuesta no tuviera éxito. Solo cuando
no se tienen argumentos ni capacidad
para convencer, se usa la fuerza, han emulado a Clausewitz, la guerra es la
continuación de la política por otros medios.
Debajo de
todo esto hay acuerdos secretos incumplidos, maniobras desestabilizadoras,
ambiciones personales y un largo etcétera, pero con esta maniobra han tapado
los errores de Pedro Sánchez, que los ha habido y lo han hecho un mártir. ¿Cabe
mayor torpeza?
Hoy la
izquierda de este país está sumida en la tristeza y la desesperanza como nunca
estuvo en nuestra reciente historia democrática y costará mucho tiempo y esfuerzo salir de este
estropicio. Lo que indigna es que la derecha se frota las manos ante este
regalo que se le ha servido en bandeja.
Convendría
saber los nombres de los hábiles estrategas que han diseñado esta operación, son los únicos españoles que merecen estar en el paro,