23 de enero de 2021

EL OBISPO TOMA NOTA

 

La Ley de Memoria Histórica aprobada por las Cortes  en 2007, la Ley de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía de 2015 y el proyecto de ley de Memoria Democrática que el Gobierno ha remitido al Congreso para su debate y aprobación, señalan entre sus contenidos la obligatoriedad por parte de la Administraciones públicas, especialmente de los Ayuntamientos,  de eliminar nombres de calles y monumentos relacionados con la dictadura franquista. Cuando se ha llevado a efecto el cumplimiento de la ley, ha generado una resistencia por parte de la derecha, PP y VOX, que se alinean como sucesores de esa negra etapa de nuestra historia. Basta con recordar lo que supuso para los nostálgicos el traslado de los restos del Dictador del valle de Cuelgamuros a un panteón particular.

En cumplimiento de esas leyes, el Ayuntamiento de Aguilar de la Frontera ha quitado  una cruz de los caídos que se encontraba adosada a la fachada del convento de las Descalzas. El Gobierno de la Junta, integrado por PP y Ciudadanos, se ha limitado a especificar que el hecho no atenta a la integridad del edificio, declarado Bien de Interés Cultural. Un pequeño grupo de personas se concentró, como acción de protesta, mientras se procedía a su desmontaje. El Ayuntamiento propuso sustituirla por una escultura del fundador del convento, pero la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico, que fue consultada por el Consistorio, lo desaconsejó porque distorsionaba la vista de la fachada.  Hasta aquí la narración de lo sucedido, que se ha producido con la autorización del Gobierno de derechas de la Junta de Andalucía. Naturalmente no ha faltado el consiguiente ruido de la caverna mediática dirigido hacía la alcaldesa “comunista”, para soliviantar los ánimos.

Pero otra vez ha sido el radicalismo integrista que practican determinados dirigentes de la Iglesia de dónde ha partido el ataque más furibundo. El Obispo de Córdoba, Demetrio Fernández González, que pertenece a ese sector ultra, se sintió ofendido  y ha arremetido amenazante contra el Ayuntamiento. En una homilía solemne, tocado con la tiara, dijo que era un hecho que atentaba a los sentimientos y que “se atuvieran a las consecuencias”, añadió que los cristianos no son violentos pero “tomaba nota”. El hecho se ha difundido por los medios de comunicación y las redes sociales. No es para menos, un representante de la Iglesia profiriendo amenazas a un Ayuntamiento que ha actuado en cumplimiento de la Ley.  El “tomo nota” del Obispo es una clara amenaza y no parece que tenga que ver con Dios, más bien con el César.

Efectivamente, a su llamada ha acudido rápido su brazo político más aguerrido, VOX, que ha respondido  sin perder un minuto y ha  lanzado una ofensiva feroz, aludiendo a que se han utilizado “razones memorialistas sectarias”, pidiendo el cese de la Consejera de Cultura y la comparecencia de la Vicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo, nada menos.

Este obispo pertenece a la vieja escuela forjada en la dictadura dónde sus colegas antecesores  mandaban mucho y  ocupaban escaños en las Cortes. Es de los que les cuesta trabajo entender la democracia y el Estado de Derecho basado en una legislación que emana del pueblo, no de Dios ni de sus exégetas. Falsifica la Historia  acomodándola a sus intereses de forma impune, en una entrevista llegó a decir que la Mezquita no la hicieron los musulmanes sino los bizantinos, por tanto era cristiana (sic).

Con lo bien que hubiera quedado con un gesto cristiano  perdonando la “ofensa” y a los que la cometen. Claro que para eso hay que creer y practicar el Evangelio, el libro fundacional de su credo, que podíamos definir como su Constitución, en él se definen los valores que deben guiar el comportamiento de sus creyentes y sobresalen sobre todos el amor y el perdón, no el rencor y la venganza.

Me viene a la memoria la película  El rey pasmado de Imanol Uribe, que en una secuencia en la que están comiendo el Gran Inquisidor (Fernando Fernán Gómez) y el jesuita  Almeida (Joaquín Almeida), éste último le pregunta ¿Padre usted cree en Dios?, después de una pausa, le responde el Gran Inquisidor ¿Quiere usted más sopa?

Pues eso.

 

13 de enero de 2021

SIN ALTERNATIVA EN ANDALUCÍA

 

Dos años después de que el PSOE y Susana Díaz dejaran de gobernar en Andalucía, la sensación que se tiene es que  aún no han encajado el golpe. Están como perdidos en una tarea de oposición ramplona, sin imaginación y sin plantear alternativas a las propuestas del Gobierno de la derecha, que tampoco se ha prodigado mucho en este campo. Es una actitud inimaginable en un partido que ha tenido iniciativas que han hecho avanzar a los andaluces, que ha fraguado proyectos novedosos de movilización ciudadana, que ha contado con los distintos estamentos de la sociedad para armar sus políticas, por ejemplo, la Segunda Modernización de Andalucía un ambicioso proyecto muy participativo que desembocó en   una avanzada reforma del Estatuto de Autonomía. Es decir, contaba con un proyecto político y una forma eficaz de llevarlo a cabo. Pero todo eso se ha perdido “como lágrimas en la lluvia”.  

Los andaluces valoraron ese trabajo  y le otorgaron mayorías parlamentarias elección tras elección. Pero la llegada de Susana Díaz a la Secretaría General y a la Presidencia de la Junta cambió todo. El nuevo estilo que se impuso ponía más atención en controlar el partido y se gobernó con el piloto automático. La rapidez de su ascenso y su ambición política le hizo aspirar a dirigir el PSOE. Recuerdo un artículo que escribí en ese momento y que titule “Qué amarren a Susana”, recordando a Ulises y los cantos de sirena. Me parecía un sinsentido que se pudiera poner en crisis la totalidad del socialismo español por una desmedida ambición personal. Pero jaleada por viejos popes y palmeros ilustres (“los dioses del socialismo la cubren con un poderoso manto” llegó a decir Lamban), provocó una de las mayores crisis que ha vivido el socialismo español y que llevó a Rajoy al poder.

 Susana Díaz fracasó después en su intento de ser Secretaria General del PSOE en el Congreso de junio del 2017 que consagró a Pedro Sánchez como líder de los socialistas. De allí salió muy tocada igual que la dirección de los poderosos socialistas andaluces que habían apostado por ella. Al año siguiente en las elecciones autonómicas, perdió 14 escaños y aunque fue la fuerza más votada, perdió también la Presidencia porque las derechas sumaron sus votos  que eran más que los de la izquierda. Dos golpes  seguidos que la frenaron en seco  y de los que da la impresión que aún no se ha recuperado. Hay que destacar que por primera vez en su carrera política está en la oposición.

Esta situación inquieta de manera notable a la militancia y a los votantes socialistas andaluces.  Cuando ahora se anuncia que la celebración del congreso del partido en Andalucía tendrá lugar a finales de año, han comenzado a aflorar las maniobras internas que ya llevaban un tiempo fraguándose de forma larvada porque la situación actual de descontento no puede continuar, hace falta un revulsivo del que salga un nuevo liderazgo y una nueva política. Es inaceptable que el Gobierno de las derechas haya ganado espacio político sin hacer gran cosa porque el principal partido de la oposición no desempeñe su función con la eficacia requerida.

Naturalmente la dirección andaluza, con su Secretaria General a la cabeza, se ha atrincherado y ha trabajado la aproximación a Pedro Sánchez, acogiéndose a su manto protector. Por otro lado ya se están perfilando  nuevas alternativas dónde se ha postulado el diputado jienense Felipe Sicilia, un valor en alza que, igual que Susana, proviene de las Juventudes Socialistas. Todavía es pronto para vaticinar lo que pueda ocurrir de aquí a un año, pero sí se puede asegurar que un cambio de dirección es vital para recuperar el espacio político perdido y  eso no lo puede hacer un equipo noqueado que aún no tiene una estrategia de oposición convincente, que hace bueno el dicho de Giulio Andreotti de que ejercer el poder desgasta y estar en la oposición desgasta mucho más.

Entretanto, la otra izquierda se ha entretenido en hacerse pedazos, IU y PODEMOS,  acudieron juntos en las pasadas elecciones en la coalición ADELANTE ANDALUCIA, lo que hizo pensar que la unión entre las fuerzas políticas de la izquierda alternativa era posible. Ahora los anticapitalistas se han separado de PODEMOS y de la coalición y capitaneados por Teresa Rodríguez han formado un proyecto propio, soberanista, ecologista e igualitario. Como consecuencia el grupo parlamentario de ADELANTE, del que formaban parte, los han echado y el caso está en los tribunales.  Vamos, que La vida de Brian parece un documental.

Si estas condiciones no cambian, si el PSOE no se pone las pilas y tira del carro de la izquierda, PP, CIUDADANOS y VOX, pueden estar tranquilos porque estarán en el Gobierno para rato, desmontando todo lo hecho en casi cuatro décadas y privatizando todo lo que  tengan a mano.