UN VIEJO Y PELIGROSO VIRUS
El virus que
este año nos ha atacado provocando cerca de cincuenta mil muertos hasta ahora,
ha cambiado totalmente nuestras relaciones familiares y sociales, nuestra
economía, nuestras costumbres, en definitiva nuestra vida. Ha despertado en la
mayoría de nosotros el miedo al contagio (siempre hay para nuestra desgracia
negacionistas más listos que nadie), miedo a infectar a nuestros allegados o al
revés y lo peor, a perder nuestra vida. Esto nos ha hecho reservados y
desconfiados, actitudes que produce el miedo.
Esta
situación me ha recordado mi infancia en la que también imperaba el miedo, pero
era de otra manera. Teníamos que ser también reservados y desconfiados. Las
familias cerraban las puertas y ventanas cuando comentaban algunos hechos o
circunstancias, porque si se enteraban quiénes no debían se corría un grave
peligro. Así era el virus del franquismo, liberticida, cruel y en demasiadas
ocasiones, mortal, mucho más mortal que el covid 19. Nada más que en las fosas
comunes de Córdoba hay enterrados más de cuatro mil fusilados. Entonces se
limitaba la libertad de expresión, comunicación y enseñanza, para
“preservarnos” de las malas influencias marxistas o liberales, daba igual,
porque eran tóxicas. Ahora la limitación de nuestra libertad se refiere a
nuestra movilidad y es para salvarnos la vida, cada virus afecta a cosas
distintas y tiene un tratamiento diferente.
Con la
aprobación de la Constitución se abrió un régimen de libertades y muchos
pensamos que era la ansiada vacuna contra el franquismo, que tanto nos había
hecho sufrir y tantas vidas se llevó por delante. No nos fiábamos demasiado de
su eficacia, aunque aparentemente funcionara. Teníamos demasiadas reservas a
los administradores de la justicia y a las salas de banderas, que seguían
intactos. La política sí estaba encauzada, salvo pequeños grupos irreductibles
como Falange Española o Fuerza Nueva, que el pueblo las hizo desaparecer en las
urnas. Según su costumbre se fueron matando: el despacho de abogados de Atocha
fue el ejemplo más cruel de su reacción a la vacuna de la democracia. Todavía
tuvieron otra reacción el 23 de febrero de 1981, esta vez sin víctimas
mortales.
Durante las
décadas posteriores nos preguntábamos dónde se había ido el virus, porque lo que
es existir, existía, nos respondíamos que
estaban escondidos en el PP. No nos equivocábamos, salieron a la luz en una
segunda ola y crearon VOX. Muchos
votantes fueron infectados y el viejo virus consiguió ser la tercera fuerza
política del Congreso.
La virulencia
de su lenguaje; la negación de la democracia (Gobierno ilegítimo e ilegal); el
uso de los términos Patria y Honor que en sus labios son términos vacíos de
contenido; el abuso exagerado de la bandera de todos los españoles, como si
sólo fuera de ellos; su insinuación de connivencia con el ejército (no olvidemos a su secretario general Javier
Ortega disparando un arma en una instalación militar), son sus síntomas
característicos. Indudablemente el virus ha vuelto con fuerza aunque la verdad
es que nunca se fue, sólo estuvo escondido esperando la oportunidad de salir a
la luz. Lo más grave es que la vacuna que se utilizó en 1978 ahora no sirve, se
han inmunizado, es más, la están utilizando para crecer.
El PP
también se ha visto afectado por el virus franquista, que al abandonar sus
filas le ha provocado un gran estropicio y, lo que es más importante, lo ha
sumido en la incertidumbre al quitarle un bastón en el que se apoyaba. Ahora no
atina con la estrategia a seguir, aunque apuesta por rivalizar con los
infectados para ver quién es el más
auténtico. Vano intento, porque en la época en que el virus estaba escondido los
dirigentes populares se decantaron por ser un partido de centro derecha, de lo que hicieron gala y ahora
la patente extremista la tiene VOX, que siempre irá por delante marcando la
pauta con acciones o manifestaciones más bestias y la sensación que los
populares dan ahora es que van del ronzal del que tiran los neofranquistas. El
camino elegido por Casado y los suyos sólo alcanza para ser el eco de los
portadores del virus. Abandonar el territorio de los no contaminados es un
grave error, a no ser que su pretensión sea contaminarnos a todos para volver a
las andadas de las trincheras que es lo que VOX quiere. La coincidencia del
discurso de ambos líderes en la pasada conmemoración del día
de la Constitución, es la prueba más evidente.
Las últimas
manifestaciones y escritos que se han publicado por antiguos miembros de las
fuerzas armadas demuestran que estaban ocultos en el seno del Ejército, como todos
sospechábamos, ahora aparecen intentando atemorizar a los demócratas sanos como
hacen los zombies de Walking Dead. Amenazan con fusilamientos masivos como
hicieron en la primera ola, pero ahora es muy distinto, pertenecemos a la Unión
Europea, un ente supranacional del que emanan directrices políticas, económicas
y jurídicas de las cuales dependemos. Y pertenecemos a la OTAN, dónde
desarrolla una gran actividad nuestro ejército, el de todos los españoles, que
ha tenido que aprender idiomas y relacionarse con las fuerzas armadas de otros
países. En esos contextos es muy difícil que el virus se desarrolle con facilidad,
por más que encuentre otros aliados en el marco europeo.
Limitar la
expansión de este viejo virus que propaga el odio, está en nuestras manos.
Desgraciadamente no tenemos vacuna pero sí tratamiento. Debemos mantener la
distancia social, como con los zombies de la serie de televisión y combatir sus
mentiras con argumentos que convenzan a
la sociedad para continuar derrotándolos en las urnas. En segundo lugar,
recomendar al Gobierno que continúe con sus políticas sociales y que se
expliquen bien a la sociedad, es necesario combatir las mentiras que emplean
los portadores del virus como si fuesen verdades. Esto exige un esfuerzo de
pedagogía de los miembros del Gobierno. En tercer lugar los demócratas sanos y
sus organizaciones sociales, sindicales y ciudadanas tenemos que hacer también
públicas manifestaciones de las ventajas que tienen las medidas que toma el
Gobierno, al objeto de crear una opinión pública que actúe de freno para que el
virus no se convierta en pandemia.
¿Quién dijo que era fácil luchar contra dos
virus a la vez? Pero es lo que toca.
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