Sobre el Centro de Congresos


Herminio Trigo Aguilar
Manuel Pérez Pérez
Andrés Ocaña Rabadán
(ex alcaldes de Córdoba)


¿Debe tener nuestra ciudad su Palacio de Congresos en un polígono industrial con actividades metalúrgicas incompatibles con usos congresuales? ¿Tiene algún sentido que un equipamiento tan importante para el desarrollo económico, social y cultural de Córdoba, tan vinculada al turismo, se aleje de Casco Histórico, del Río y del centro para situarse en la periferia, en un lugar mal situado y peor comunicado  que no reúne las condiciones mínimas que un equipamiento de esta envergadura exige?

La decisión que de forma unilateral y precipitada quiere adoptar el Gobierno Municipal, renunciando al Palacio  del Sur (Centro de Congresos y Auditorio) en Miraflores y proponiendo un Centro de Congresos y Exposiciones en el llamado Pabellón Cajasur, además de ser una mala solución, no tiene, en nuestra opinión,  ningún fundamento urbanístico y provoca una brecha institucional, política y social en nuestra ciudad a todas luces innecesaria que imposibilita su ejecución, como han puesto de manifiesto los responsables de la Junta de Andalucía. Significa además la ruptura de un amplio consenso político, institucional y ciudadano forjado a lo largo de los años en torno al  modelo de ciudad establecido en el Plan General de Ordenación Urbana.

La decisión de ubicar el Palacio del Sur en Miraflores no era caprichosa ni arbitraria, sino que respondía a las determinaciones urbanísticas del planeamiento vigente, en concreto a aquellas que conforman la ordenación del Río y su entorno y una de sus piezas centrales, el Sistema General del Parque de Miraflores y sus grandes equipamientos. Sin duda el Palacio del Sur, obra del arquitecto holandés Rem Koolhas, y el Centro de Creación Contemporánea de Nieto y Sobejano contribuyen de forma decisiva a la regenaración de la margen izquierda del río y por tanto al equilibrio norte-sur de la ciudad. Además el lugar está dotado de todas las condiciones que hacen idónea la ubicación de un Centro de Congresos  y aumentan su atractivo: accesibilidad (a dos semáforos de la autovía), cercanía al Casco Histórico, proximidad de los recursos turísticos y culturales (monumentos, museos, hoteles, restaurantes, Centro de Visitantes...), paisaje excelente, singularidad del lugar que lo hace único e irrepetible, sin competencia con las otras ubicaciones de los Palacios de Congresos andaluces.

A ninguna de estas exigencias responde el lugar ahora señalado: se trata de un pabellón inservible propiedad de Cajasur, situado en las proximidades de la carretera de Palma del Río junto a instalaciones industriales y calificado en el Plan General como simple “equipamiento local privado” que contiene, según análisis urbanísticos y arquitectónicos de la Gerencia de Urbanismo, defectos estructurales graves. Su accesibilidad es limitada, y su lejanía de hoteles y establecimientos turísticos y culturales es manifiesta con lo que su valor añadido en “identidad” y competitividad es nulo. Además, los costes reales de su adaptación a Centro de Congresos y Exposiciones que han sido explicitados recientemente  parten de una inversión de 31 millones en los que no sabemos si se incluyen el IVA, la garantía y el beneficio industrial. Si fuese así, y añadimos los costes de los accesos, estamos muy cerca de la inversión del proyecto de Koolhas  y, encima, estamos en uns terrenos no públicos, propiedad de un particular.

Visto lo anterior creemos que sigue siendo necesario, más en la situación de crisis y falta de salidas económicas en que estamos inmersos, optar por la construcción del Palacio de Congresos en Miraflores como instrumento de desarrollo turístico y cultural de nuestra ciudad tan castigada por el paro, que lo necesita como agua de mayo para su despegue económico. No aprovechar la financiación ya conseguida tirando por la borda 28 millones de euros sería una grave irresponsabilidad. Se trata de buscar el resto de financiación que aún queda, lo que se solucionaría  pidiendo al Gobierno central que cumpla sus compromisos electorales y solicitando la participación de la Diputación y de algún inversor privado. Si a pesar de todo no fuese posible, siempre se puede esperar, modificar el proyecto existente ajustando funciones y costes y, en última instancia, pensar en un nuevo proyecto si se demostrase fehacientemente la inviabilidad del actual -cosa que hasta ahora no se ha producido-, siempre a través de los procesos concursales pertinentes, en el sitio adecuado, es decir, en Miraflores, junto al Río, frente a la Mezquita, en la ciudad, antes de irse a las afueras a una zona despersonalizada y sin alma. Sólo así se puede restaurar el consenso que un proyecto como este exige y la ciudad necesita.

Publicado en el Diario Córdoba el 29-07-2012

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