ODIO

 

Vivimos una época de crispación permanente, en cualquier conversación la discrepancia lleva consigo subir el tono, mirar con agresividad, utilizar los argumentos como armas y descalificar al interlocutor. Ni por asomo ningún atisbo de procurar entender el argumento del contrario, razonar, contemplar la posibilidad de que el interlocutor pueda llevar algo de razón. Es la negación absoluta al diálogo, se trata de imponer un criterio sobre otro.

Durante demasiado tiempo se ha fomentado la política de trinchera, se ha abierto un abismo que imposibilita el entendimiento. En definitiva vivimos una época donde se fomenta el odio al que piensa diferente. Siempre ha habido discrepancias sobre cómo interpretar los distintos aspectos de nuestras vidas , es lo normal en las relaciones humanas, pero no hemos vivido como ahora la intensidad por descalificar al otro. Tienen mucho que ver las actitudes de los líderes políticos de la derecha, jaleados por sus medios de comunicación y las redes sociales. Descalificaciones, insultos y todo lo que conduce a la crispación, lo peor para buscar el entendimiento o el diálogo. Sembrar el odio nos lleva a situaciones insoportables y son el primer paso para desembocar en acciones violentas. Los insultos al Presidente del Gobierno, del pasado día 12, la agresividad con que se pronunciaban, la absoluta falta de respeto a un acto tan solemne como la celebración de la Fiesta Nacional, son un síntoma preocupante de lo profundo que está calando el odio en una parte de nuestra sociedad.

Guste o no, convivimos en sociedades complejas que o nos respetamos mutuamente o podemos acabar en confrontaciones que estamos viendo en otros lugares y que nos horrorizan. La discrepancia no debe conducir a la descalificación y al insulto, hay que admitir que la pluralidad de ideas no nos debe llevar al enfrentamiento, al contrario la convivencia exige el diálogo y el respeto. Firma de opinión en la Cadena SER 16 – 10 -2023





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