Adiós Arenas, hola Zoido
Javier
Arenas se nos ha ido. Lo ha hecho de repente, sin anunciarlo, aunque se veía
venir desde la noche del 20-M, cuando se le vio desfondado, por más que sacará
pecho proclamando su victoria electoral. Todos sabíamos que si esta vez no
lograba conseguir su anhelo de ser Presidente de la Junta estaba acabado, era su cuarto intento. Lo
tenía todo a su favor, el tsunami del PP, las encuestas, el desgaste del PSOE y
el apoyo incondicional de su partido, que hasta retrasó la aprobación de los
Presupuestos Generales, agravando la situación económica del país. Todo eso de
nada sirvió. Su mayor equivocación fue creerse ganador antes de las elecciones,
una vez más su prepotencia le gastó una mala pasada. Se le vio agotado en su
penosa intervención en el debate de investidura de Pepe Griñán, repitiendo
mensajes gastados, sin ideas, sin propuestas, sin ilusión, incapaz de liderar a
su partido otra vez desde la oposición.
Los barones cerraron filas en torno a él, pero al mismo tiempo empezaron
la lucha por sucederle. Estaba cantado que no podía continuar, solo quedaba por
decidir el cuándo, el cómo y quién iba a sucederle. El cuándo ha sido ahora
porque su situación era insostenible, incapaz de ejercer una oposición al
Gobierno desde la fuerza que le da ser el partido mayoritario de la Cámara.
Haber seguido más tiempo hubiera sido provocar su agonía y hundir a su partido,
también convenía hacerlo antes del
verano para atajar de inmediato las conspiraciones internas para sucederle. Se
ha ido por la puerta de atrás, vuelve a Madrid a la espera de un destino que le
han asegurado que llegará, pero en estos tiempos revueltos nunca se sabe qué va
a pasar, sobre todo cuando la dirección de su partido no tiene motivos para
estarle agradecida, más bien todo lo contrario. Se ha ido de Andalucía con un
triste y pobre balance porque a un político se le mide por sus resultados
electorales y en cuatro intentos no ha conseguido que el PP gobierne en
Andalucía.
El cómo y el
quién lo ha resuelto el PP con la “democracia” que le caracteriza. Hacerlo
rápidamente y con la persona que designe el líder, aunque tratándose de Rajoy,
más bien en la persona que delegue, es decir, Dolores de Cospedal “el hombre”
fuerte del partido, enemiga íntima de Arenas. Si la cosa no ha funcionado con
la rapidez prevista ha sido porque Juan Ignacio Zoido, el designado para la
sucesión, se lo ha pensado un par de días, tiempo más que suficiente para que
haya habido intentos de sacar los cuchillos y más de uno ha comenzado a
afilarlos.
El nombrado
sucesor de Arenas, en el año que lleva en la Alcaldía de Sevilla, ha acumulado cargos,
como parlamentario y presidente de la FEMP, que sus correligionarios se han
apresurado a señalar como inconvenientes para desempeñar la función, además, de
presidente del partido. A esto hay que unir la guerra de los territorios, los
recelos que despierta un excesivo poder de Sevilla en el resto de los barones,
la inquina tradicional del PP de Málaga, el más numeroso y con más medallas y
la ambición de los cachorros amamantados por Arenas. Todo esto vaticina una
transición nada pacífica.
El Partido
Socialista, hará bien en no distraerse mucho en esta lucha interna del PP,
bastante tiene con la suya propia derivada de un Congreso en puertas, aunque se
prevea pacífico y sobre todo con gobernar con talento los difíciles momentos
que atravesamos. Además cuando el enemigo se enreda, mejor no distraerlo.
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