Decathlon y El Algarrobico cordobés


Recuerdo que hace unos años, uno de los índices que marcaban la categoría de una ciudad era si tenía un Corte Inglés. En Córdoba no había, teníamos que ir a Sevilla y se convirtió en costumbre ir por San Rafael que es fiesta local, incluso se hicieron chistes sobre esto. Ahora ya es una vulgaridad, incluso en un futuro próximo aquí tendremos tres tiendas.
Sin embargo no ha desaparecido el prestigio que da a una ciudad el contar con determinadas franquicias y entre ellas la que hoy se inaugura, Decathlon, una tienda de ropa deportiva. La verdad es que nos ha entrado la fiebre de sudar y los gimnasios se llenan, cada vez vemos a más gente corriendo, en bicicleta o simplemente andando. Y ya no es como antes cuando para hacer deporte bastaban unas zapatillas, un pantalón y una camiseta, ahora los sitios donde se hace ejercicio se han convertido en una pasarela de moda y como no estés a la última haces el ridículo y te llaman “globero”. Además la ropa deportiva se utiliza habitualmente para trabajar o como prendas de vestir, incluso nos ponemos un chándal para pasear al perro o para tumbarnos en el sofá. La apertura de esta tienda en Córdoba cambia las referencias de prestigio, ya no se basarán en la marca de la prenda sino en el lugar donde se ha comprado. Sólo nos falta una tienda de Ikea, entonces sí que ya no nos tose nadie.
Lástima que enfrente esté la mayor afrenta urbanística que se ha hecho nunca a la ciudad. La antigua Colecor, 40.000 metros cuadrados de naves que se han construido ilegalmente sin que nadie lo impidiera, sin que nadie se diera por enterado y que ahora se le ha fabricado un falso marco legal para darle cobertura, pese a los informes contrarios de los técnicos de la Junta. Este Algarrobico cordobés sólo tiene una solución decente, demolerlo. Porque no es sólo una cuestión de legalidad, que también, es una cuestión de poder democrático que la ciudadanía ha depositado en sus representantes políticos institucionales, en cuyas competencias está el diseño del modelo de desarrollo urbanístico, que ha de hacerlo mirando el interés general. Y eso no lo puede hacer un particular por su cuenta en base a sus intereses. Pero es que además en este caso incumple la normativa, según el dictamen de los técnicos de la Junta de Andalucía. Cuando está en juego el poder democrático no hay diálogo que valga, ni apaños políticos. Esos pulsos que se echan a las instituciones no pueden ganar nunca y los políticos responsables deben saberlo, porque está en juego el principio fundamental de la democracia y con eso no se dialoga ni se negocia.

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