Córdoba sin Cajasur


Nuevamente ha vuelto a ser noticia la ya extinta Cajasur y por supuesto con más malas noticias, si ello es posible. Nos hemos enterado de que el Banco de España ha descubierto más basura de la prevista escondida bajo la alfombra, fruto de las malas prácticas que se volvieron a repetir, pese a que anteriormente ya habían sido sancionadas por el organismo regulador. Esperemos que algún día se llegue al final de los engaños y mentiras que nos han contado los gestores eclesiásticos. Al mismo tiempo hemos sabido que el Banco de España le ha dicho al cabildo catedralicio que se dejen de historias de reclamar dinero, nada menos que 20 millones de euros. Hace falta desvergüenza y descaro para pedir dinero encima que han hundido la fuente financiera de Córdoba, cuando podían haberla salvado. En enero, cuando la BBK sea legalmente propietaria, conoceremos el alcance total del desastre, el despido de trabajadores. Conviene no olvidar las condiciones que se pactaron, y no se respetaron, con Unicaja, en cuanto a reducción de personal, un despido no traumático para algo más de cuatrocientos trabajadores, cuando los estudios de Boston Consulting proponían mil doscientos. Ahora nos tememos los peores augurios, y si por desgracia se confirman, será el momento de pedir responsabilidades.
La Asociación Córdoba Futura ha organizado un debate sobre el futuro de la ciudad “sin Cajasur”, una vez sabido que dejará de existir como tal y pasará a ser un banco, cuyo consejo de administración estará en Bilbao. Quiere esto decir que la capacidad de decisión sobre los asuntos financieros y económicos que afectan a nuestros empresarios, a nuestros emprendedores, en definitiva, a la savia que alimenta nuestra economía, se tomarán en la otra punta de España y en el contexto de otra realidad distinta de la nuestra. Esta circunstancia no tiene por qué suponer necesariamente un perjuicio, cierto que se pierde capacidad de influencia, pero si la estrategia que apliquen los nuevos propietarios es profesional, como será sin duda, podemos salir beneficiados. De hecho el hundimiento de la entidad ha sido por la gestión nefasta que han desarrollado los curas administradores, no por la distancia desde la que la hacían.
No menos importante es la implicación social de la nueva entidad. Al dejar de ser una caja, desaparece la Obra Social y para sustituirla se nos anuncia la creación de una fundación que hará esa labor de impulso cultural y social. Esto es muy importante porque es seguro que desaparecerá el clientelismo bochornoso y servil que aplicaba la Obra Social y los objetivos no serán a mayor gloria de la Santa Madre Iglesia. Es importante que los nuevos dueños establezcan un amplio campo de colaboración con las instituciones y entidades cordobesas y se establezcan fines y estrategias que ayuden a desarrollar iniciativas sociales y culturales, libres de sectarismos y que repercutan en el beneficio de toda la población. Para empezar sería interesante que apoyaran de forma decidida la candidatura de Córdoba para ser Ciudad Europea de la Cultura en 2016.
El debate ha puesto de manifiesto el profundo malestar que existe con el comportamiento de la Iglesia en este asunto. Constatar que se ha perdido el poder de decisión y que desgraciadamente puede costar más puestos de trabajo de los previstos, son sus consecuencias más negativas. Pero con no ser poco lo que se pierde, esta nueva situación puede y debe suponer una realidad con la que cabe ser optimista, por más que eso ya no dependa de nosotros.

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